
Desde lo más profundo de mi corazón, a mis recuerdos más íntimos, siempre hay cosas que me nublan la razón, y al mismo tiempo me llevan a la desazón.
El recuerdo de las lágrimas derramadas por aquellos que he perdido, así como aquellos a los que herido, son las sombras que siempre me persiguen, y me recuerdan lo que he sido.
De estar en lo más alto en una condición, a caer sin remedio en el pesar, al darme cuenta que ante todo perdón, siempre regreso a mi prisión.
Las heridas que nunca se cierran y las nuevas que llegan, son el recordatorio permanente, de que me gané mis cadenas, en un camino sombrío, quizás llevado por mis propios desvaríos.
Las promesas realizadas tras las batallas perdidas, son quizás lo último que me queda tras lamer mis heridas, donde solo yo puedo curar, por miedo a otros lastimar.
Mi corazón a veces rodeado de esquirlas de hielo está, y es duro a veces aceptar, que tengo miedo de permitirle palpitar, ya que el mismo se hiere por esa jaula de cristal.
Más no siempre puedo controlar los latidos de mi corazón, y este acaba perdido sin salvación, en un camino que sin lugar a dudas lo llevará a sentir más dolor.
A veces es duro aceptar, que por mucho que uno pueda luchar, hay cosas que no se pueden cambiar, ya que es lo que te has ganado por buscar tu lugar.
Y aun cuando mi camino está sin lugar a dudas marcado por la soledad, no puedo más que intentar no derramar más lágrimas en mi prisión particular, aun cuando estas me ayuden a soportar los pesares de mi realidad.
El recuerdo de las lágrimas derramadas por aquellos que he perdido, así como aquellos a los que herido, son las sombras que siempre me persiguen, y me recuerdan lo que he sido.
De estar en lo más alto en una condición, a caer sin remedio en el pesar, al darme cuenta que ante todo perdón, siempre regreso a mi prisión.
Las heridas que nunca se cierran y las nuevas que llegan, son el recordatorio permanente, de que me gané mis cadenas, en un camino sombrío, quizás llevado por mis propios desvaríos.
Las promesas realizadas tras las batallas perdidas, son quizás lo último que me queda tras lamer mis heridas, donde solo yo puedo curar, por miedo a otros lastimar.
Mi corazón a veces rodeado de esquirlas de hielo está, y es duro a veces aceptar, que tengo miedo de permitirle palpitar, ya que el mismo se hiere por esa jaula de cristal.
Más no siempre puedo controlar los latidos de mi corazón, y este acaba perdido sin salvación, en un camino que sin lugar a dudas lo llevará a sentir más dolor.
A veces es duro aceptar, que por mucho que uno pueda luchar, hay cosas que no se pueden cambiar, ya que es lo que te has ganado por buscar tu lugar.
Y aun cuando mi camino está sin lugar a dudas marcado por la soledad, no puedo más que intentar no derramar más lágrimas en mi prisión particular, aun cuando estas me ayuden a soportar los pesares de mi realidad.
Category Poetry / All
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