
"Supongo que ser diferente nunca se ha visto bien. Pero no todos podemos ser iguales, ni siquiera existen dos gotas de lluvia iguales...
Siempre pertenecí a una manada prestigiosa de la sabana, del Consejo de los Tres, pero nunca me terminé de sentir completamente a gusto. Desde que era una cachorro hubo algo en mí que me repetía una y otra vez que aquellos leones no eran iguales que yo, que yo nunca podría vivir plena, no en la roca del clan.
Y aquí no había mucho como nosotros, los de ciudad nos llamaban salvajes, pero no se nos prohibía el acceso a ningún sitio. Simplemente seguíamos el legado de nuestros antepasados y residíamos en La Roca. Un sistema de túneles subterráneos los cuales se accedían a través de una cueva en lo alto de una gran roca.
No teníamos las ventajas de, por ejemplo, los leones de ciudad, como la televisión por cable. Pero aquí se aprendían cosas que otros jamás podrían imaginar. Era frecuente que los aventureros vinieran a la aldea a aprender costumbres tradicionales.
Y quizá fue casualidad, o quizá estaba escrito en las estrellas, pero Orion apareció en mi vida de la forma más inesperada posible. Su pelaje era marrón grisáceo y sus ojos penetrantes y ambarinos. Las enseñanzas de la chaman de la aldea eran laboriosas y siempre me había costado comprender los signos del fuego.
Séfora, la leona anciana, siempre había aceptado a los extranjeros para enseñar sus más ocultos talentos. De hecho el sistema seguritario de La Roca era muy estricto, los extranjeros eran sometidos a una serie de pruebas supervisadas por el Consejo de los Tres. Algo que se hacía principalmente para no crear la discordia y el caos en el equilibrio del lugar.
Siempre existía el miedo de que una guerra entre los salvajes y los de ciudad se volviera a repetir. Los tres clanes principales no eran solo algo parecido a reyes, si no guardianes de las tres reliquias de la sabana. Poderosos artefactos capaces de alterar el equilibrio del mundo si estuviera en malas manos. Gracias a ellos podíamos vivir en la roca sin miedo a ser castigados por los espíritus.
Los tratados eran claros al narrar la guerra que provocó que millones de los nuestros murieran bajo las armas altamente tecnológicas de los de ciudad, y todo por tres objetos.
-¿Qué ocurre?-habló Orion con una voz aterciopelada mientras mirábamos las estrellas tumbados en una gran explanada, en el exterior.
-Nada-me acercó hacia él con su brazo y yo apoyé mi cabeza en su pecho.
Era de los pocos que no separaban la mirada de las marcas que había en mi ojo derecho. De los pocos que no temía acercarse a mí sabiendo que, en un tiempo, sería la próxima cabeza de familia de uno de los tres clanes del consejo. Me sentía cómoda con él, como si junto a Orion estuviera mi verdadero hogar y no bajo la protección de la gran roca.
-Mañana aprenderemos a convocar al gran espíritu del agua-habló entusiasmado-¿Tienes miedo?
-No-sonreí-Los cuatro espíritus velan por nuestra seguridad siempre y cuando respetemos las normas que imponen. No le tengo miedo a alguien que cuida de mí.
-Entonces,...-Orion suspiró sobre mí-¿Tienes miedo de mí?
-No... ¿Debería de tenerlo?
De repente sus manos comenzaron a golpear mis costados con suavidad produciendo que no pudiera parar de reír. Ahora era yo la que estaba debajo de él mientras se volvía insistente en su ataque, primero bajo mis brazos, luego en mis pies y finalmente me amarró de la cabeza y empezó a despeinar mi media melena rubia.
Y así pasaron los minutos, sin preocupaciones, sin reglas, solo él y yo entre risas siendo observados por las estrellas. Antes de que pudiera darme cuenta estábamos jadeando, boca arriba, viendo como las primeras nubes intentaban pasar desapercibidas por encima de nosotros.
-Dos leones luchando por el último pedazo de carne-interpreté.
-Pues yo veo un lobo bailando solo porque a su pareja le da vergüenza bailar con él-dijo Orion sin ánimo de reírse.
-Yo bailaría contigo-dije para consolarlo.
Se hizo el silencio, nos incorporamos sobre la hierba y nos miramos mientras el lobo jugueteaba con mis manos. Sentí ganas locas de besar su mejilla, pero no era lo suficientemente valiente como para hacerlo. Cerré los ojos para eliminar esa estúpida idea de mi cabeza y, cuando los abrí, observé como sus labios estaban frente a los míos dispuestos a besarme. Y casi lo hacemos, pero la sirena de La Roca se interpuso entre nosotros, había llegado la hora de que todos los roquenses entráramos a la aldea y que dejáramos que los espíritus nos bendijeran con su protección una noche más.
Antes de caer rendida sobre mi cama me tomé unos minutos para observar el albergue donde Orion descansaba con el resto de aventureros, por un momento sentí que él también me miraba desde el otro lado de las paredes. Algo en mi interior me decía que me alejara de Orion, que estar con él pondría a mi familia en contra de mí, pues yo estaría prometida cuando llegara a lo alto de la jerarquía. Pero mi corazón no quería alejarse del lobo, con él me sentía segura, me sentía leona,... viva.
-Somos tan solo cuatro-dijo Séfora- Hoy es vuestro turno de hablar con el espíritu del agua, es el más tímido, por lo que es mejor que seamos poco y no toda la clase.
El lugar era acogedor, una cueva con un gran tótem y cuencos de agua alrededor de él. La anciana nos indicó que hiciéramos un círculo, sentados, alrededor del tótem. Cerramos el círculo uniendo nuestras manos y empezamos a imitar los movimientos que ella elaboraba.
-Ahora debéis presentaros-dijo ella-Quiere conoceros.
El resto se hizo en silencio mientras el agua de los cuencos empezaba a ondear. Séfora me miró, entendía que al ser una de las futuras cabezas de familia era mi labor iniciar el trato con los espíritus. Los nervios encresparon mi pelaje y erizaron mi piel, mi mente se quedó bloqueada mientras mis labios intentaban decir algo que ni yo misma entendía.
-Mi nombre es Orion ¡Oh gran espíritu del agua!-dijo-Provengo de la gran ciudad, donde las luces se encienden en la noche cuando todos duermen. Provengo de una familia humilde, sin poder adquisitivo para pagar mis enseñanzas, he venido a aprender las enseñanzas de la poderosa Séfora.
El agua empezó a vibrar de forma desmesurada, la anciana incluso se extrañó, llevo sus ojos hacia el lobo y luego me miró. A los pocos segundos interpreté que las vibraciones eran un símbolo de que el espíritu le había escuchado.
-Me llamo Foresta-hablé motivada-Soy la próxima cabeza del segundo clan del Consejo de los Tres. No tengo más poder que el de mis compañeros, ni más fuerza que la de mis oponentes.
El agua no hizo nada, se mantuvo en un estado corriente e incluso sin vibraciones, no entendí muy bien que significaba pero la anciana me dedicó una sonrisa, algo que me dejó más tranquila.
-Yo soy Gara-habló la próxima cabeza de la tercera familia del consejo-Soy tan fabulosa como fuerte, dicen que soy la viva imagen de los dioses antiguos y que los espíritus me habéis bendecido.
Los cuencos se tambalearon de un lado a otro como intentando derramar el agua que tenían en ellos. Séfora se rio para sí misma como si el espíritu le estuviera susurrando en el oído bromas que el resto no podíamos escuchar. El último cabeza de familia, el de la primera, habló:
-Me llaman Naro, no soy más que un león más, el próximo líder de La Roca, el elegido para mantener el equilibrio en la Sabana y el que protegerá a su pueblo cuando vosotros, los espíritus, no podáis hacerlo.
El agua se mantuvo en calma durante unos segundos, después empezó a elevarse abandonando los cuencos para formar la silueta de un león de larga melena azul.
-Yo soy el espíritu Agha-habló tímido-Soy quien protege la verdad de la historia y quien guía vuestros caminos. Estoy en vuestro cuerpo pues me bebéis, estoy en vuestros ojos pues me lloráis,... Puedo ser el mejor amigo, pero también un odioso enemigo.
Me sentí bendecida al poder ver al espíritu del agua Agha en persona. Todo era demasiado perfecto para ser real. Estuvimos hablando largo y tendido con el espíritu del agua el cual nos enseñó cómo interpretar las ondas del agua o la corriente de los ríos. La clase terminó de manera extraña, Séfora me besó la frente como lo hacía mi abuela antes de morir. Me ruboricé y parecí extremadamente estúpida, incluso Orion y yo le estuvimos dando mil vueltas mientras mirábamos las estrellas.
La semana transcurrió con suma libertad, pues las clases con Agha fueron destinadas al resto de alumnos. Orion y yo estuvimos caminando por toda la sabana. Le enseñé los lugares más bonitos: por un lado el lago donde se encontraban los pescados más jugosos de todos los dominios, por otro los bosques de la guerra. Era triste ver como miles de árboles se mantenían negros incapaces de volver a florecer, pero estaban vivos, era lo más importante. Los más sabios decían que las armas tecnológicas rompieron mucho de los ecosistemas que antes existían, ahora teníamos que vivir con el castigo de no verlos crecer.
-No sé cómo será hablar con el espíritu del viento-dijo Orion mientras me enseñaba unas fotos de su familia.
El color del pelaje de los lobos de su familia era extremadamente variado. Incluso se podían ver colores llamativos como el rojo fuego o el verde jade. Tenía una hermana pequeña, una cachorro que parecía querer a su hermano pues se encontraba encima suyo en todas las fotos.
-De niña hablé con él-dije-Los futuros cabezas de familia tenemos la oportunidad de elegir un espíritu para entablar un primer contacto. Naro eligió al del agua, por eso parecía tener cierta maestría para hablar con él. El espíritu del viento no es tímido pero es complicado de tratar, requiere mucha paciencia.
-¿Cómo la que tengo yo contigo?
Entonces le miré, cuando quise darme cuenta estaba encima de mí y me robaba el primer beso. Luego se alejó nervioso por haberme molestado. No dije nada, sonrojada, me atreví a acercarme a él y corresponderle el beso.
-¿Eres paciente conmigo?-pregunté separando mis labios de él.
-Mucho-me respondió con una sonrisa besándome de nuevo.
Y una vez, como una cachorra tonta estuve unos minutos mirando a través de mi ventana. Mis padres decían que me veían diferente, más femenina, más ilusionada, que cada día que pasaba me veían como una buena líder. No sé si estaban en lo cierto pero me sentía con fuerza suficiente como para gobernar toda la sabana.
-Buenos días Valok-inicié el trato con el espíritu-Soy Foresta y he vuelto una vez más… no sé si te acuerdas de mí pero yo soy incapaz de olvidarte. Fuiste el primer espíritu con el que traté y el primero al que acudo cuando tengo que venerar.
-Me honras joven leona-dijo él. El espíritu del viento era muy diferente al del agua, no se ocultaba, de hecho todos podíamos ver al león albino desde que iniciamos el ritual. Su tótem estaba rodeado por hojas de espada, pues se decía que sus ataques eran los más cortantes-Te recuerdo Foresta de la segunda familia, has crecido hasta convertirte en una gran leona. Esas marcas en tu ojo no son difícil de olvidar, ni siquiera para un espíritu. He estado esperando este momento, aunque no pensé que tu corazón estuviera preso.
Se hizo el silencio, el espíritu del viento era un gran conocedor de los sentimientos y las sensaciones. Podía saber si estabas enfermo o a punto de morir pero no sanarte, pues ese era el trabajo de Agha.
-Te saludo gran espíritu Valok-hablo Naro de la primera familia- Es para mí un verdadero honor poder verte y hablar contigo. Gracias por velar por nosotros y por La Roca. Mi lanza estará contigo.
Gara habló muy poco, de hecho estuvo ruborizada la gran parte del tiempo, parecía haberse quedado prendada por el encanto del espíritu. Y Orion fue tan encantador como de costumbre, de hecho Valok le dedicó una sonrisa torcida, algo que no era muy común en él.
El espíritu del viento nos enseñó acerca de interpretar las corrientes de aire o de percibir el cuándo un corazón ajeno estaba asustado con solo sentirlo. Las siguientes semanas Orion me llevó hasta el lago y me amenazó con tirarme varias veces, hasta que yo le tiré a él.
Le estuve enseñando el cómo nadaban los salvajes y cuando caía el sol nos tumbábamos a la entrada de la gran roca. Los rayos del sol la habían atacado durante el día y por la noche era el lugar más acogedor del exterior. Me contó cosas de su vida en la ciudad, de lo que era la televisión por cable y de cómo mataban el tiempo con aparatos llamados ordenadores.
-Está delicioso-dijo Orion educadamente mientras comía con mis padres-Es el mejor plato que he probado en mi vida.
Mi madre se sonrojó y rio tontamente, eso hizo que me sintiera identificada. Aunque mi padre no parecía terminar de aceptar un lobo, un extranjero en su casa, aunque no dijo nada ofensivo, algo que valoré.
-¿Qué es eso de las reliquias pequeña?-dijo Orion alejándome de sus labios y mirando a las estrellas.
-¿Quién te habló de las reliquias?-pregunté extrañada.
-Naro y Gara lo nombraron una vez cuando salíamos de las clases de la anciana.
-No les des mucha importancia-dije rascando mi cabeza-Dicen que son las que mantienen el equilibrio en el mundo, que los cabezas de familia debemos responsabilizarnos de ellas. Pero yo creo que es una estupidez-sonreí-Los espíritus hacen todo ese trabajo, solo inventaron esas reliquias para quitarse privilegios. ¿Tres piedras comparadas contra el poder de los cuatro espíritus? ¿Nos hemos vuelto locos o qué?
-En la ciudad hay algo parecido que se llaman antenas de sintonización-explicó Orion-Si no nos dieran visión de los canales de toda la ciudad también se rompería el equilibrio.
Y de nuevo rompimos a reír, parecía tonta pero era la verdad, con él todo era mágico, todo era perfecto. A veces soñaba con pasar el resto de mis días con él, a veces quería detener el tiempo para estar con el lobo. Aunque sabía que el día de mi coronación estaba aún más cerca. Naro parecía haber nacido para liderar una gran manada; Gara era la viva imagen de la belleza, una reina digna de admiración, a la que todas las cachorras miraran para tomar de ejemplo; y yo… yo simplemente era Foresta, la leona a la que todos temían acercarse por miedo a ser bendecidos por mis malos modales o por mi torpeza extrema. Incluso Orion era mejor rey que yo,… y ni siquiera era un león.
-Oh gran espíritu de la tierra, Tak-habló Gara mirando el tótem rodeado de flores que representaban al espíritu- Tu que me bendeciste con tu belleza eterna, he regresado para verte una vez más.
-Y todo hecha una leona-habló el espíritu de la tierra, una leona negra, con una voz seductora y respetable acompañada por una hermosa sonrisa -¡Ojalá te permitieran tener más de una pareja!
-Su fiel seguidor y gran profeta, Naro.
-Un robusto león dispuesto a liderar La Roca. Tus leonas se sentirán orgulloso de ti
¿Serán dignas de tu compañía?
-Orion el extranjero, dispuesto a aprender del espíritu más bello de la sabana salvaje-habló él mientras yo me perdía entre sus palabras.
-Espero que no seas como tus antepasados, las reliquias nunca serán vuestras, algo que debéis entender o morir antes de planear robarlas.
Las enseñanzas de Séfora habían sido extensas y complicadas, pero algo que recordaba era que Tak desafiaba con preguntas al acabar sus frases siempre que respetaba al receptor. Estaba claro que a Gara la veía como una servidora más y a Orion le costaba no verlo como a un enemigo.
-Soy Foresta de la segunda familia. Te debo todos mis respetos, espíritu Tak. Eres el suelo que pisamos y nos das el alimento que necesitamos. Sin tierra no hay presas, sin presas los cazadores mueren.
-Vaya, vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí? Una Leona dura de pelar. Todos los espíritus hablan de ti, pero como ya sabes nosotros guíanos, no desvelamos. Aunque,… ¿Eres lo suficientemente valiente como para afrontar tu futuro? ¿O prefieres estar pagar un alto precio por saberlo de antemano?
-Soy la futura cabeza de familia del segundo clan… soy lo suficientemente valiente como para superar todos los obstáculos que hagan peligrar a La Roca.
¿Era yo? ¿Esa leona que estaba hablando sin ponerse nerviosa con uno de los grandes espíritus de la sabana? ¿Era todo esto real? ¿Era un sueño? No sé lo que me estaba pasando pero estar con Orion me estaba cambiando, me volvía responsable, me provocaba hacerle honor al hombre de mi clan, al honor de mis padres.
Tak nos enseñó el arte de las estrategias de guerra, de la protección de la familia y de mantener lo que unos somos ante cualquier adversidad. Era el ejemplo de rudeza, tenacidad y fuerza.
Las semanas pasaron rápidas, todo parecía ser fruto de un cuento para cachorros. La última enseñanza se daría en pocos días con el espíritu de fuego, el más difícil de tratar. De hecho era común que ninguno de los futuros cabezas de familia se atrevieran a elegirle a él para un primer contacto. Sólo hubo uno que siga vivo, el gran anciano Magis, abuelo de Gara, el cual tiene gran parte del cuerpo cicatrizado tras un ataque de llamas.
-¿Qué hacen los aventureros cuando terminan sus enseñanzas?-preguntó Orion mientras me abrazaba con fuerza.
-Algunos se quedan en La Roca y rehacen sus vidas, pero no duran mucho, dicen que la vida de La Roca es solo para leones y que la vida de la ciudad es solo para lobos. Otros se marchan plenos y espirituales predicando las enseñanzas del chamán por toda la ciudad.
-No quiero dejarte,…-su voz se ahogó entre lágrimas mientras sus brazos luchaban por no alejarse de mí.
En verdad yo tampoco quería dejarlo marchar, no quería alejarme de sus brazos, de sus labios, de su cuerpo… Con él el mundo era perfecto, no… no sabía que sería mi vida sin él. Estaba claro que Naro sería un gran león, un gran esposo… pero yo no le amaba… mi corazón había sido robado y sería muy doloroso volver a recuperarlo.
No pude reír como lo había hecho noches anteriores, no pude. Lloré como nunca lo había hecho, sentí como el espíritu Agha emergía de mis ojos y se deslizaba por mi rostro. No quería que se marchara pero tampoco quería verlo morir.
-Vente a la ciudad-dijo Orion-Ven conmigo, nos casaremos y tendremos cachorros.
Te enseñaré como es la vida allí… con la televisión, con los ordenadores. ¡Ya sé! Hablaré con alguna productora y grabaremos un documental donde le contarás a todo el mundo como viven los leones ¡Viviremos en una gran mansión y tendremos varios coches! ¡Lo he decidido Foresta!
-No puedo dejar a mi familia Ori…-las palabras salían como podían-… simplemente no puedo… ellos confían en mí… ellos me necesitan…
-Yo también te necesito Foresta…-sus lágrimas caían sobre mis manos-… te amo.
Entonces el mundo se cayó sobre mí. Tak hizo que mis rodillas se desestabilizaran y caí sobre ella. Valok quitó el aire de mi hocico y Agha creó un torrente de lágrimas. Los espíritus me estaban castigando… pero ¿por qué?
-Te amo mucho-dijo Orion rompiendo mi alma en mil pedazos-Podemos hacerlo pequeña, podemos ir a la ciudad, incluso… ¡Ya se!... Podrás venir a La Roca los fines de semana,… no hace falta que trabajes,… yo te mantendré… lo prometo. Vivirás como una reina…
Entonces me armé de valor y me abalancé sobre sus labios devorándolos como si no hubiera un mañana. Interrumpí sus palabras mientras sus manos agarraban mi cintura para no dejarme marchar nunca. La sirena nos obligó a separarnos una noche más, nerviosa, apasionada,…
-Ven a casa a media noche-dije-Quiero enseñarte algo.
Me duché y limpié mi cara apenada para que mis padres no pudieran saber nada. Cuando alguien hacía especial a una cabeza de familia esta debía corresponderle con su mayor secreto. Estaba claro que si Orion me iba a entregar todo su ser, yo debía corresponderle de alguna manera… esta era la única que se me ocurría.
Esperé durante horas mirando por mi ventana, esperando que pudiera salir del albergue pero… al cabo de un rato largo deduje que no le dejaban salir. Las normas de La Roca habían sido impuestas con fuerza y la seguridad era máxima. Un lobo no podría violar las normas de tres reyes leónidos.
Entonces Orion apareció bajo mi ventana, lo había conseguido y eso me llenaba de felicidad. Salté desde la ventana, deslicé mis garras por la pared de la casa e hice una pirueta perfecta que me posó sobre el suelo con estilo.
-Clases de princesa-dije cuando Orion se quedó boquiabierta.
-¿Os enseñan a escaparos de casa?
Estuvimos riéndonos durante un rato mientras recorríamos las calles de la aldea. No había nadie más que guardias, leones que pudimos esquivar con facilidad. Entonces me detuve frente a una de las alcantarillas, posé mi mano sobre ella y activé un sello mágico. La puerta se abrió de forma mística y formó unas escaleras que descendían en caracol hasta la profundidad de Tak.
Pasaron los minutos y las escaleras no parecían nunca acabar. Antorchas y más antorchas se iban encendiendo a nuestro paso, escaleras y más escaleras iban apareciendo a nuestro descenso.
-¿Quieres enterrarme tan joven?-bromeó Orion.
-¿Tienes miedo?
-No… ¿Debería de tenerlo?
-No-dije antes de darme la vuelta, acercarme a él y besarle con fuerza.
Seguimos descendiendo por lo menos una hora más hasta que las escaleras decidieron cesar. Dos grandes puertas se alzaban en medio de tres grades estatuas que representaban a tres de los primeros reyes de La Roca.
-Este será nuestro secreto-dije-Vas a ser el primer lobo que las vea después de muchas eras.
-Guardaré tu secreto como guardo tu corazón-habló mientras apretaba mi mano nervioso.
Entonces situé mi mano sobre la puerta y esta activó un mecanismo mágico que solo los reyes actuales y futuros podían activar. Era una magia que llevábamos en nuestra sangre. Los ojos del rey y las dos reinas brillaron iluminando todo el lugar, un páramo que parecía haber sido construido por gigantes.
Las grandes puertas se abrieron de par en par mientras tres luces emergían de la parte más céntrica de una sala circular y abovedada. Nos acercamos hasta los objetos sagrados, los cuales proyectaban sus luces hasta las bóvedas que conectaban el templo con el exterior.
-Por eso el toque de queda…-dijo Orion-Las luces emergen por la noche proyectando su magia a la sabana… es hermoso…
-No había caído-hablé sintiéndome estúpida-Eso provoca que La Roca se vea potente y poderosa.
-Una de las razones por la que nadie atacaría la aldea, por miedo a los poderes que puede ocultar, los peligros que puede desentrañar.
La primera reliquia era un trébol azul, representaba el influjo de la luna. La segunda reliquia representaba la autonomía del sol a través de tres rayas curvas rojas. Y la tercera reliquia, la tercera era la más hermosa, la que más me gustaba, un triángulo verde que hacía referencia a la paz.
-No se pueden tocar-dije agarrando su mano evitando que se acercara unos pasos más a los objetos.
-Vamos amor-dijo-Dijiste que eran reliquias estúpidas…
-Pero pertenecen a mi pueblo, Orion… debemos respetarlo.
El lobo me miró y besó mis labios. Me abrazó con fuerza demostrándome todo lo que me quería. Me sentía plena junto a él, me sentía feliz. De repente sentí un fuerte mareo, una sensación que me obligó a caer sobre él.
-¡¿Qué te pasa?!-gritó Orion preocupado,… aterrado.
-El mantener el templo abierto, yo sola… me está debilitando… -apenas podía hablar.
-Tranquila-dijo él-Todo estará bien… vámonos.
Y antes de que pudiera darme cuenta él me agarraba en brazos y me sacaba de allí. Las puertas comenzaron a cerrarse cuando las cruzó, perdí la consciencia antes de llegar a las escalera. Para cuando la recuperé era de día y estaba tumbada en mi cama.
Acudí a las clases de Séfora con total normalidad, Orion se mostró extremadamente cansado y me contó lo ocurrido. Había sido simple, el poder del templo había sido demasiado para mí y él tuvo que cargar conmigo escaleras arriba. No pudo dormir y solo se preocupó por regresarme a casa sana y salvo.
La anciana nos reclamó para la última enseñanza, el tótem con velas estaba listo para convocar al espíritu más peligroso de todos. El ritual empezó con total normalidad, la temperatura empezó a ascender hasta alcanzar límites inimaginables. Entonces un lobo rojo apareció frente a nosotros. Todos nos quedamos perplejos, boquiabiertos, todos menos Séfora.
-Mi nombres es Orion, oh gran espíritu del fuego-dijo honrado por su apariencia física-Para mí es un verdadero honor poder verle, poder hablar contigo, poder estar tan solo a unos metros.
-¡Cierra la boca patético canino!-gritó el espíritu-Al espíritu de fuego Zana nadie le habla sin su permiso. El que sea un lobo no quiere decir que respeto a los de tu especie. ¿Os creéis geniales con vuestras televisiones y antenas? ¡No contestes o te juro que arderas en mis llamas!
Orion se puso nervioso mientras sus ojos aterrados aclamaban piedad. La última enseñanza fue complicada, Zana no entendía al diálogo solo maldecía el estar allí.
-¿Foresta?-gritó él-¡Vaya mierda de nombre! ¿Te crees especial? ¿Qué miras? ¿Tienes miedo? ¡Patética criatura! ¡Arderas como el resto de vosotros! ¡Cenizais fuisteis y cenizas seréis! ¡Polvo al polvo! ¡Destruiría vuestra sucia roca pero no quiero discutir con mis hermanos! ¡Sois repugnantes! ¡Vuestros reyes no dejan de procrear como si fueran alimañas!
Séfora dio por finalizada las clases antes de que Zana estallara en llamas y nos quemara. Los cuatro estábamos aterrados, temblorosos, habíamos visto nuestras vidas peligrar, nuestro legado acabarse. La anciana nos explicó que estaba enfadado porque ya nada lo elegía como favorito, porque ya nadie iba a verle a menos que quisiera robar su conocimiento. Estaba enfadado porque a sus hermanos se les veneraban más que a él. Séfora juró que no teníamos que preocuparnos que era normal su actitud, que con ella era igual, pero Orion parecía haber quedado traumatizado.
-Venga cariño…-acaricié su rostro.
-Es una locura-habló tembloroso-Podía habernos exterminado, a todo el mundo, a la ciudad,… puede convertir lo que somos en la nada…
Intenté quitarle la idea de la cabeza pero fue imposible. Por la noche nos separamos sin despedirnos con un beso, solamente con un adiós. Como cada noche estuve mirando por la ventana pero no sentía que él lo estuviera haciendo… el miedo se había apoderado de él.
Me tumbé en la cama y cerré los ojos intentando olvidar el día de hoy, mañana sería un día mejor, al menos si al menos si la noche acabara pronto. Pero el destino parecía estar escrito, el destino parecía querer ponernos a prueba, a mí.
Las profundidades de La Roca empezaron a temblar, pequeños guijarros se desprendieron del techo y comenzaron a caer sin piedad sobre las calles. Al principio solo se escucharon los rugidos de la roca y el sonido de las piedras caer. Luego la aldea entera entró en pánico.
Lo que eran guijarros se convirtieron en grandes rocas que destruían casas. La residencia de ancianos fue el primer objetivo y los muertos no fueron una broma.
-¡¡FORESTA!!-gritó mi padre agarrando mi brazo y sacándome de un profundo sueño. Antes de que pudiera darme cuenta mi casa se desmoronaba sobre sus cimientos.
Mi madre estalló en gritos y lágrimas mientras veía como nuestro hogar se convertía en polvo. Mi padre dijo que teníamos que salir al exterior que algo extraño estaba pasando y que estar allí solo nos traería la muerte. Quise irme con ellos, de veras que lo quise, pero mi corazón estaba tan preocupado que parecía amenazar la estabilidad de mi pecho.
Me separé de mi familia y me mezcle entre la multitud que corría hacia la salida. Los golpes de la gente nerviosa no dolían en comparación con la imagen de que a Orion le pudiera pasar algo. A contracorriente me abrí paso, esquivé cachorros, ancianos y leones de mi edad, ninguno pareció reconocerme como la futura reina, al menos no al principio.
-¡Foresta!-gritó Gara-¿Estás loca?
-¡¿Dónde están los aventureros?!-grité nerviosa mientras ella era movida con fuerza por la corriente.
-¡Han sido evacuados!-gritó casi enmudecida por los gritos y los rugidos de la roca-¡Orion ya no está aquí!
El mundo no parecía tener importancia, mi vida no parecía tener valor, no ahora. Solo había una cosa que me importara, ni león ni espíritu… si no lobo. La corriente de pánico me golpeó y me derribó en el suelo mientras la gente luchaba por esquivarme y no pisarme, algunos fallaban.
-¡Orion!-grité entre sollozos-¡ORION!-
-¡Foresta!-escuché una voz masculina mientras su mano me levantaba-Levántate o te matarán.
-Naro…-dije al verle-Gracias…
-No queda nadie aquí-dijo-Me he asegurado de que nadie se quedara en la aldea… todos están saliendo. Orion no estaba en el albergue cuando fui a evacuarlos con los primeros guijarros… A Séfora la llevaban a cuestas los soldados… Foresta,… solo quedamos tú y yo.
Las rocas lo estaban destruyendo todo, parecía no quedar ninguna casa en pie. El siguiente objetivo éramos nosotros. Naro me agarró del brazo y me ayudó a salir, estábamos lejos de la multitud, de hecho quedaban muy pocos en el interior.
Me ayudó a esquivar las rocas que amenazaban nuestras vidas y antes de que pudiera darme cuenta el aire golpeaba mis mejillas. La roca se desmoronó desde el interior y todo el pueblo lloró la pérdida, yo no… solo le buscaba a él.
El cielo se nubló, los rayos tronaron y las primeras gotas de Agha se esforzaron por recomponer a los leones que habían perdido más que un hogar.
-¡Salvajes!-gritó una voz que me resultaba familiar-¡Ha pasado mucho tiempo desde que amenazasteis nuestra existencia!
Un ejército entero de lobos militares y armados nos rodeó. Naro me agarró aterrado,… no, me quería proteger. Grandes bestias de metal con cañones nos apuntaban, lobos con cañones modernos nos desafiaban mientras tres luces emergían de la bestia más grande… las reliquias habían sido robadas.
-Orion…-susurré al verle capitaneando al enemigo.
-¡La orden es clara!-gritó el lobo mientras mi pueblo rugía enfurecido-¡Exterminar a toda amenaza!
Lo que parecía un sueño… ahora se convertía en una pesadilla… lo que alguna vez me hizo sentirme feliz, ahora me destrozaba. Mi corazón se rompió en mil pedazos mientras miles de heridas se abrían en mi interior, heridas que no sangraban.
-¡Lobo traidor!-escuché la voz de mi madre-¡Fingiste ser nuestro aliado!
-¿Quién te ha desvelado nuestro secreto?-gritó el padre de Gara.
-¡Foresta!-dijo él sonriendo-¡Vuestra futura reina os ha sentenciado!
Las sombras se apoderaban de mí, la muerte no era una salvación, las miradas de mi pueblo se posaron sobre mí, todo esto no era real… este dolor no podía ser propio de este mundo… me desmoroné sobre el suelo pero Naro no me soltó.
-¡La engañaste!-gritó él-¡Has jugado con ella!
-¡Has jugado con todos nosotros!-gritó Gara que me ayudaba a levantarme-¡¿Quieres matarnos?! ¡Adelante! ¡Mil vidas no serán suficientes para pagar tu castigo!
Las voces de los futuros reyes se habían pronunciado. Mis padres y los otros se alzaron junto a los soldados más valientes del pueblo y se abalanzaron sobre el enemigo. Sus movimientos eran tenaces, su objetivo estaba claro, proteger a La Roca.
Los primeros estruendos me indicaron que Orion iba enserio, que estaba exterminándonos. Observé como el cuerpo de los míos caía inerte sobre el suelo mientras sus armas nos sentenciaban antes de dispararnos.
-Protegen La Roca-dije-La Roca no es nuestra aldea,… somos nosotros, el pueblo entero y todos los que lo formamos.
-La sangre por encima de cualquier guerra-dijo Naro.
-La familia por encima de nuestras propias vidas-dijo Gara.
Entonces solté sus manos, sentí como si mi cuerpo se moviera por sí solo. Avance entre la multitud sin necesidad de apartarla, pues ellos formaban un pasillo para mí. Me coloqué delante de mi pueblo y fulminé con mi mirada al que había sido mi amado. No me atreví a mirar los cadáveres de mis padres,… eso me mataría.
-¡Me amabas!-grité-¡Lo dijiste!
-Mentía-sonrió él provocando que todos sus soldados se rieran de mí.
-¿Y tú familia?-grité de nuevo-¿Todo lo que me contaste? ¡Tú hermana!
-Mentira… actores, montajes,…-sonrió de nuevo mientras mi alma se desplomaba-¡Patética!
Cerré mis puños mientras sentía como algo me llamaba desde mi interior. Entonces, cuando los abrí, me encontraba en el centro de un círculo ritualístico. Los cuatro estaban allí… Valok, Agha, Tak y Zana, los espíritus me miraban,… solo a mí.
-Nosotros lo sabíamos-dijo Agha-El lobo no era de fiar.
Entonces mi mente fue golpeada por las vibraciones del agua en los cuencos del ritual del agua, el beso de preocupación de Séfora,…
-Somos los elegidos para guiaros, pero no podemos desvelaros el destino-dijo Valok.
Entonces recordé la sonrisa torcida del espíritu de la torcida, un gesto poco común, pues según los tratados solo le sonreía de esa manera al enemigo.
-La historia está escrita, pero no la forma en la que pasamos las páginas-dijo Tak.
Ella lo dijo, respetar las reliquias o morir antes de intentar robarlas.
-No estaba enfurecido por no ser el favorito-dijo Zana-No merezco ser el favorito por los pecados de mi raza. Estaba enfurecido porque le permitiste entrar en el templo,…
El recuerdo del miedo que le tuve al espíritu del fuego, ahora sus ojos me miraban decididos.
-Llevamos esperando este momento durante mucho tiempo-hablaron a coro-Ahora es tu turno de hacerle pagar.
-El agua para la verdad-dijo Agha mientras se metía dentro de mí.
-El viento para el miedo-hablo Valok antes de entrar en mí.
-La tierra para la fuerza-Tak les siguió.
-El fuego para el poder, úsalos bien-Zan ame dedicó una sonrisa, luego besó mi frente.
Cuando parpadeé me encontraba en el campo de batalla. Mis ojos centelleaban amarillos mientras mi cuerpo emanaba energía pura. Cree una bola de fuego en mis manos y se la lancé, mi expresión lo decía todo, iba a acabar con él, no me importaban los demás solo él.
-¡Acabar con ella!-gritó Orion aterrado, mi apariencia debía de dar miedo.
Las rocas se colocaron en mis manos formando dos armas mortíferas, dos garras de afilada roca. El viento me elevó en el cielo mientras la lluvia cayó únicamente sobre los lobos cegando su puntería.
Dicen que los espíritus me bendijeron para salvar a mi pueblo. Que me moví a la velocidad del rayo, que rebané cabezas, destrocé bestias de metal e hice arder al enemigo. Dicen que mi pueblo pudo recuperar las reliquias y que el poder de Tak me hizo reconstruir La Roca, pero que no vieron que pasaba con Orion… yo si lo sé.
Aún recuerdo teniéndolo debajo de mi cuerpo, jadeante, aterrado… aún recuerdo verle llorar, pedir perdón, diciéndome que me amaba que todo había sido un error, que Zana le había aterrado tanto que tuvo que hacerlo. Pero no decía la verdad, había sido entrenado para llegar a La Roca y llevarse las reliquias, había sido elegido para poseer tal poder devastador y exterminarnos. Me deshice de mis armas para abrir su torso en canal con la fuerza de mis propias zarpas, obviamente Tak me había dotado de fuerza anormal. Siguió pidiendo clemencia, siguió diciendo que me amaba, que ya había pensado en los nombres de los cachorros, pero no decía la verdad. Introduje mi mano en su torso y extraje su corazón aun latiente.
-Tú me robaste el corazón, Orion el mentiroso- Agha aun lo mantenía con vida. El poder de Valok cortó el corazón en mil pedazos-No tienes derecho a morir con él, ni siquiera tienes derecho a morir, pero no te quiero ver más.
Y su cuerpo se convirtió en cenizas que el viento se llevó. Los tres reyes nos alzamos en La Roca y advertimos a los lobos de la ciudad. O respetaban el equilibrio del mundo, o el mundo se llevaría sus vidas.”
Nunca me sentí de la manada,.... ahora soy su reina.
~Foresta~
Bueno, aquí mi trade para
foresta_dog espero que le guste tanto como me ha gustado a mi escribirlo. Pensaba hacerlo más corto pero... me he enganchado y no he podido parar hasta el final. Espero que a todos mis seguidores tambien les encante ^^
Algo diferente, nunca había escrito sobre alguien que conozco de poquito... espero haber dado la talla...
Foresta y dibujo
foresta_dog
Relato y personajes
nilpanses
Siempre pertenecí a una manada prestigiosa de la sabana, del Consejo de los Tres, pero nunca me terminé de sentir completamente a gusto. Desde que era una cachorro hubo algo en mí que me repetía una y otra vez que aquellos leones no eran iguales que yo, que yo nunca podría vivir plena, no en la roca del clan.
Y aquí no había mucho como nosotros, los de ciudad nos llamaban salvajes, pero no se nos prohibía el acceso a ningún sitio. Simplemente seguíamos el legado de nuestros antepasados y residíamos en La Roca. Un sistema de túneles subterráneos los cuales se accedían a través de una cueva en lo alto de una gran roca.
No teníamos las ventajas de, por ejemplo, los leones de ciudad, como la televisión por cable. Pero aquí se aprendían cosas que otros jamás podrían imaginar. Era frecuente que los aventureros vinieran a la aldea a aprender costumbres tradicionales.
Y quizá fue casualidad, o quizá estaba escrito en las estrellas, pero Orion apareció en mi vida de la forma más inesperada posible. Su pelaje era marrón grisáceo y sus ojos penetrantes y ambarinos. Las enseñanzas de la chaman de la aldea eran laboriosas y siempre me había costado comprender los signos del fuego.
Séfora, la leona anciana, siempre había aceptado a los extranjeros para enseñar sus más ocultos talentos. De hecho el sistema seguritario de La Roca era muy estricto, los extranjeros eran sometidos a una serie de pruebas supervisadas por el Consejo de los Tres. Algo que se hacía principalmente para no crear la discordia y el caos en el equilibrio del lugar.
Siempre existía el miedo de que una guerra entre los salvajes y los de ciudad se volviera a repetir. Los tres clanes principales no eran solo algo parecido a reyes, si no guardianes de las tres reliquias de la sabana. Poderosos artefactos capaces de alterar el equilibrio del mundo si estuviera en malas manos. Gracias a ellos podíamos vivir en la roca sin miedo a ser castigados por los espíritus.
Los tratados eran claros al narrar la guerra que provocó que millones de los nuestros murieran bajo las armas altamente tecnológicas de los de ciudad, y todo por tres objetos.
-¿Qué ocurre?-habló Orion con una voz aterciopelada mientras mirábamos las estrellas tumbados en una gran explanada, en el exterior.
-Nada-me acercó hacia él con su brazo y yo apoyé mi cabeza en su pecho.
Era de los pocos que no separaban la mirada de las marcas que había en mi ojo derecho. De los pocos que no temía acercarse a mí sabiendo que, en un tiempo, sería la próxima cabeza de familia de uno de los tres clanes del consejo. Me sentía cómoda con él, como si junto a Orion estuviera mi verdadero hogar y no bajo la protección de la gran roca.
-Mañana aprenderemos a convocar al gran espíritu del agua-habló entusiasmado-¿Tienes miedo?
-No-sonreí-Los cuatro espíritus velan por nuestra seguridad siempre y cuando respetemos las normas que imponen. No le tengo miedo a alguien que cuida de mí.
-Entonces,...-Orion suspiró sobre mí-¿Tienes miedo de mí?
-No... ¿Debería de tenerlo?
De repente sus manos comenzaron a golpear mis costados con suavidad produciendo que no pudiera parar de reír. Ahora era yo la que estaba debajo de él mientras se volvía insistente en su ataque, primero bajo mis brazos, luego en mis pies y finalmente me amarró de la cabeza y empezó a despeinar mi media melena rubia.
Y así pasaron los minutos, sin preocupaciones, sin reglas, solo él y yo entre risas siendo observados por las estrellas. Antes de que pudiera darme cuenta estábamos jadeando, boca arriba, viendo como las primeras nubes intentaban pasar desapercibidas por encima de nosotros.
-Dos leones luchando por el último pedazo de carne-interpreté.
-Pues yo veo un lobo bailando solo porque a su pareja le da vergüenza bailar con él-dijo Orion sin ánimo de reírse.
-Yo bailaría contigo-dije para consolarlo.
Se hizo el silencio, nos incorporamos sobre la hierba y nos miramos mientras el lobo jugueteaba con mis manos. Sentí ganas locas de besar su mejilla, pero no era lo suficientemente valiente como para hacerlo. Cerré los ojos para eliminar esa estúpida idea de mi cabeza y, cuando los abrí, observé como sus labios estaban frente a los míos dispuestos a besarme. Y casi lo hacemos, pero la sirena de La Roca se interpuso entre nosotros, había llegado la hora de que todos los roquenses entráramos a la aldea y que dejáramos que los espíritus nos bendijeran con su protección una noche más.
Antes de caer rendida sobre mi cama me tomé unos minutos para observar el albergue donde Orion descansaba con el resto de aventureros, por un momento sentí que él también me miraba desde el otro lado de las paredes. Algo en mi interior me decía que me alejara de Orion, que estar con él pondría a mi familia en contra de mí, pues yo estaría prometida cuando llegara a lo alto de la jerarquía. Pero mi corazón no quería alejarse del lobo, con él me sentía segura, me sentía leona,... viva.
-Somos tan solo cuatro-dijo Séfora- Hoy es vuestro turno de hablar con el espíritu del agua, es el más tímido, por lo que es mejor que seamos poco y no toda la clase.
El lugar era acogedor, una cueva con un gran tótem y cuencos de agua alrededor de él. La anciana nos indicó que hiciéramos un círculo, sentados, alrededor del tótem. Cerramos el círculo uniendo nuestras manos y empezamos a imitar los movimientos que ella elaboraba.
-Ahora debéis presentaros-dijo ella-Quiere conoceros.
El resto se hizo en silencio mientras el agua de los cuencos empezaba a ondear. Séfora me miró, entendía que al ser una de las futuras cabezas de familia era mi labor iniciar el trato con los espíritus. Los nervios encresparon mi pelaje y erizaron mi piel, mi mente se quedó bloqueada mientras mis labios intentaban decir algo que ni yo misma entendía.
-Mi nombre es Orion ¡Oh gran espíritu del agua!-dijo-Provengo de la gran ciudad, donde las luces se encienden en la noche cuando todos duermen. Provengo de una familia humilde, sin poder adquisitivo para pagar mis enseñanzas, he venido a aprender las enseñanzas de la poderosa Séfora.
El agua empezó a vibrar de forma desmesurada, la anciana incluso se extrañó, llevo sus ojos hacia el lobo y luego me miró. A los pocos segundos interpreté que las vibraciones eran un símbolo de que el espíritu le había escuchado.
-Me llamo Foresta-hablé motivada-Soy la próxima cabeza del segundo clan del Consejo de los Tres. No tengo más poder que el de mis compañeros, ni más fuerza que la de mis oponentes.
El agua no hizo nada, se mantuvo en un estado corriente e incluso sin vibraciones, no entendí muy bien que significaba pero la anciana me dedicó una sonrisa, algo que me dejó más tranquila.
-Yo soy Gara-habló la próxima cabeza de la tercera familia del consejo-Soy tan fabulosa como fuerte, dicen que soy la viva imagen de los dioses antiguos y que los espíritus me habéis bendecido.
Los cuencos se tambalearon de un lado a otro como intentando derramar el agua que tenían en ellos. Séfora se rio para sí misma como si el espíritu le estuviera susurrando en el oído bromas que el resto no podíamos escuchar. El último cabeza de familia, el de la primera, habló:
-Me llaman Naro, no soy más que un león más, el próximo líder de La Roca, el elegido para mantener el equilibrio en la Sabana y el que protegerá a su pueblo cuando vosotros, los espíritus, no podáis hacerlo.
El agua se mantuvo en calma durante unos segundos, después empezó a elevarse abandonando los cuencos para formar la silueta de un león de larga melena azul.
-Yo soy el espíritu Agha-habló tímido-Soy quien protege la verdad de la historia y quien guía vuestros caminos. Estoy en vuestro cuerpo pues me bebéis, estoy en vuestros ojos pues me lloráis,... Puedo ser el mejor amigo, pero también un odioso enemigo.
Me sentí bendecida al poder ver al espíritu del agua Agha en persona. Todo era demasiado perfecto para ser real. Estuvimos hablando largo y tendido con el espíritu del agua el cual nos enseñó cómo interpretar las ondas del agua o la corriente de los ríos. La clase terminó de manera extraña, Séfora me besó la frente como lo hacía mi abuela antes de morir. Me ruboricé y parecí extremadamente estúpida, incluso Orion y yo le estuvimos dando mil vueltas mientras mirábamos las estrellas.
La semana transcurrió con suma libertad, pues las clases con Agha fueron destinadas al resto de alumnos. Orion y yo estuvimos caminando por toda la sabana. Le enseñé los lugares más bonitos: por un lado el lago donde se encontraban los pescados más jugosos de todos los dominios, por otro los bosques de la guerra. Era triste ver como miles de árboles se mantenían negros incapaces de volver a florecer, pero estaban vivos, era lo más importante. Los más sabios decían que las armas tecnológicas rompieron mucho de los ecosistemas que antes existían, ahora teníamos que vivir con el castigo de no verlos crecer.
-No sé cómo será hablar con el espíritu del viento-dijo Orion mientras me enseñaba unas fotos de su familia.
El color del pelaje de los lobos de su familia era extremadamente variado. Incluso se podían ver colores llamativos como el rojo fuego o el verde jade. Tenía una hermana pequeña, una cachorro que parecía querer a su hermano pues se encontraba encima suyo en todas las fotos.
-De niña hablé con él-dije-Los futuros cabezas de familia tenemos la oportunidad de elegir un espíritu para entablar un primer contacto. Naro eligió al del agua, por eso parecía tener cierta maestría para hablar con él. El espíritu del viento no es tímido pero es complicado de tratar, requiere mucha paciencia.
-¿Cómo la que tengo yo contigo?
Entonces le miré, cuando quise darme cuenta estaba encima de mí y me robaba el primer beso. Luego se alejó nervioso por haberme molestado. No dije nada, sonrojada, me atreví a acercarme a él y corresponderle el beso.
-¿Eres paciente conmigo?-pregunté separando mis labios de él.
-Mucho-me respondió con una sonrisa besándome de nuevo.
Y una vez, como una cachorra tonta estuve unos minutos mirando a través de mi ventana. Mis padres decían que me veían diferente, más femenina, más ilusionada, que cada día que pasaba me veían como una buena líder. No sé si estaban en lo cierto pero me sentía con fuerza suficiente como para gobernar toda la sabana.
-Buenos días Valok-inicié el trato con el espíritu-Soy Foresta y he vuelto una vez más… no sé si te acuerdas de mí pero yo soy incapaz de olvidarte. Fuiste el primer espíritu con el que traté y el primero al que acudo cuando tengo que venerar.
-Me honras joven leona-dijo él. El espíritu del viento era muy diferente al del agua, no se ocultaba, de hecho todos podíamos ver al león albino desde que iniciamos el ritual. Su tótem estaba rodeado por hojas de espada, pues se decía que sus ataques eran los más cortantes-Te recuerdo Foresta de la segunda familia, has crecido hasta convertirte en una gran leona. Esas marcas en tu ojo no son difícil de olvidar, ni siquiera para un espíritu. He estado esperando este momento, aunque no pensé que tu corazón estuviera preso.
Se hizo el silencio, el espíritu del viento era un gran conocedor de los sentimientos y las sensaciones. Podía saber si estabas enfermo o a punto de morir pero no sanarte, pues ese era el trabajo de Agha.
-Te saludo gran espíritu Valok-hablo Naro de la primera familia- Es para mí un verdadero honor poder verte y hablar contigo. Gracias por velar por nosotros y por La Roca. Mi lanza estará contigo.
Gara habló muy poco, de hecho estuvo ruborizada la gran parte del tiempo, parecía haberse quedado prendada por el encanto del espíritu. Y Orion fue tan encantador como de costumbre, de hecho Valok le dedicó una sonrisa torcida, algo que no era muy común en él.
El espíritu del viento nos enseñó acerca de interpretar las corrientes de aire o de percibir el cuándo un corazón ajeno estaba asustado con solo sentirlo. Las siguientes semanas Orion me llevó hasta el lago y me amenazó con tirarme varias veces, hasta que yo le tiré a él.
Le estuve enseñando el cómo nadaban los salvajes y cuando caía el sol nos tumbábamos a la entrada de la gran roca. Los rayos del sol la habían atacado durante el día y por la noche era el lugar más acogedor del exterior. Me contó cosas de su vida en la ciudad, de lo que era la televisión por cable y de cómo mataban el tiempo con aparatos llamados ordenadores.
-Está delicioso-dijo Orion educadamente mientras comía con mis padres-Es el mejor plato que he probado en mi vida.
Mi madre se sonrojó y rio tontamente, eso hizo que me sintiera identificada. Aunque mi padre no parecía terminar de aceptar un lobo, un extranjero en su casa, aunque no dijo nada ofensivo, algo que valoré.
-¿Qué es eso de las reliquias pequeña?-dijo Orion alejándome de sus labios y mirando a las estrellas.
-¿Quién te habló de las reliquias?-pregunté extrañada.
-Naro y Gara lo nombraron una vez cuando salíamos de las clases de la anciana.
-No les des mucha importancia-dije rascando mi cabeza-Dicen que son las que mantienen el equilibrio en el mundo, que los cabezas de familia debemos responsabilizarnos de ellas. Pero yo creo que es una estupidez-sonreí-Los espíritus hacen todo ese trabajo, solo inventaron esas reliquias para quitarse privilegios. ¿Tres piedras comparadas contra el poder de los cuatro espíritus? ¿Nos hemos vuelto locos o qué?
-En la ciudad hay algo parecido que se llaman antenas de sintonización-explicó Orion-Si no nos dieran visión de los canales de toda la ciudad también se rompería el equilibrio.
Y de nuevo rompimos a reír, parecía tonta pero era la verdad, con él todo era mágico, todo era perfecto. A veces soñaba con pasar el resto de mis días con él, a veces quería detener el tiempo para estar con el lobo. Aunque sabía que el día de mi coronación estaba aún más cerca. Naro parecía haber nacido para liderar una gran manada; Gara era la viva imagen de la belleza, una reina digna de admiración, a la que todas las cachorras miraran para tomar de ejemplo; y yo… yo simplemente era Foresta, la leona a la que todos temían acercarse por miedo a ser bendecidos por mis malos modales o por mi torpeza extrema. Incluso Orion era mejor rey que yo,… y ni siquiera era un león.
-Oh gran espíritu de la tierra, Tak-habló Gara mirando el tótem rodeado de flores que representaban al espíritu- Tu que me bendeciste con tu belleza eterna, he regresado para verte una vez más.
-Y todo hecha una leona-habló el espíritu de la tierra, una leona negra, con una voz seductora y respetable acompañada por una hermosa sonrisa -¡Ojalá te permitieran tener más de una pareja!
-Su fiel seguidor y gran profeta, Naro.
-Un robusto león dispuesto a liderar La Roca. Tus leonas se sentirán orgulloso de ti
¿Serán dignas de tu compañía?
-Orion el extranjero, dispuesto a aprender del espíritu más bello de la sabana salvaje-habló él mientras yo me perdía entre sus palabras.
-Espero que no seas como tus antepasados, las reliquias nunca serán vuestras, algo que debéis entender o morir antes de planear robarlas.
Las enseñanzas de Séfora habían sido extensas y complicadas, pero algo que recordaba era que Tak desafiaba con preguntas al acabar sus frases siempre que respetaba al receptor. Estaba claro que a Gara la veía como una servidora más y a Orion le costaba no verlo como a un enemigo.
-Soy Foresta de la segunda familia. Te debo todos mis respetos, espíritu Tak. Eres el suelo que pisamos y nos das el alimento que necesitamos. Sin tierra no hay presas, sin presas los cazadores mueren.
-Vaya, vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí? Una Leona dura de pelar. Todos los espíritus hablan de ti, pero como ya sabes nosotros guíanos, no desvelamos. Aunque,… ¿Eres lo suficientemente valiente como para afrontar tu futuro? ¿O prefieres estar pagar un alto precio por saberlo de antemano?
-Soy la futura cabeza de familia del segundo clan… soy lo suficientemente valiente como para superar todos los obstáculos que hagan peligrar a La Roca.
¿Era yo? ¿Esa leona que estaba hablando sin ponerse nerviosa con uno de los grandes espíritus de la sabana? ¿Era todo esto real? ¿Era un sueño? No sé lo que me estaba pasando pero estar con Orion me estaba cambiando, me volvía responsable, me provocaba hacerle honor al hombre de mi clan, al honor de mis padres.
Tak nos enseñó el arte de las estrategias de guerra, de la protección de la familia y de mantener lo que unos somos ante cualquier adversidad. Era el ejemplo de rudeza, tenacidad y fuerza.
Las semanas pasaron rápidas, todo parecía ser fruto de un cuento para cachorros. La última enseñanza se daría en pocos días con el espíritu de fuego, el más difícil de tratar. De hecho era común que ninguno de los futuros cabezas de familia se atrevieran a elegirle a él para un primer contacto. Sólo hubo uno que siga vivo, el gran anciano Magis, abuelo de Gara, el cual tiene gran parte del cuerpo cicatrizado tras un ataque de llamas.
-¿Qué hacen los aventureros cuando terminan sus enseñanzas?-preguntó Orion mientras me abrazaba con fuerza.
-Algunos se quedan en La Roca y rehacen sus vidas, pero no duran mucho, dicen que la vida de La Roca es solo para leones y que la vida de la ciudad es solo para lobos. Otros se marchan plenos y espirituales predicando las enseñanzas del chamán por toda la ciudad.
-No quiero dejarte,…-su voz se ahogó entre lágrimas mientras sus brazos luchaban por no alejarse de mí.
En verdad yo tampoco quería dejarlo marchar, no quería alejarme de sus brazos, de sus labios, de su cuerpo… Con él el mundo era perfecto, no… no sabía que sería mi vida sin él. Estaba claro que Naro sería un gran león, un gran esposo… pero yo no le amaba… mi corazón había sido robado y sería muy doloroso volver a recuperarlo.
No pude reír como lo había hecho noches anteriores, no pude. Lloré como nunca lo había hecho, sentí como el espíritu Agha emergía de mis ojos y se deslizaba por mi rostro. No quería que se marchara pero tampoco quería verlo morir.
-Vente a la ciudad-dijo Orion-Ven conmigo, nos casaremos y tendremos cachorros.
Te enseñaré como es la vida allí… con la televisión, con los ordenadores. ¡Ya sé! Hablaré con alguna productora y grabaremos un documental donde le contarás a todo el mundo como viven los leones ¡Viviremos en una gran mansión y tendremos varios coches! ¡Lo he decidido Foresta!
-No puedo dejar a mi familia Ori…-las palabras salían como podían-… simplemente no puedo… ellos confían en mí… ellos me necesitan…
-Yo también te necesito Foresta…-sus lágrimas caían sobre mis manos-… te amo.
Entonces el mundo se cayó sobre mí. Tak hizo que mis rodillas se desestabilizaran y caí sobre ella. Valok quitó el aire de mi hocico y Agha creó un torrente de lágrimas. Los espíritus me estaban castigando… pero ¿por qué?
-Te amo mucho-dijo Orion rompiendo mi alma en mil pedazos-Podemos hacerlo pequeña, podemos ir a la ciudad, incluso… ¡Ya se!... Podrás venir a La Roca los fines de semana,… no hace falta que trabajes,… yo te mantendré… lo prometo. Vivirás como una reina…
Entonces me armé de valor y me abalancé sobre sus labios devorándolos como si no hubiera un mañana. Interrumpí sus palabras mientras sus manos agarraban mi cintura para no dejarme marchar nunca. La sirena nos obligó a separarnos una noche más, nerviosa, apasionada,…
-Ven a casa a media noche-dije-Quiero enseñarte algo.
Me duché y limpié mi cara apenada para que mis padres no pudieran saber nada. Cuando alguien hacía especial a una cabeza de familia esta debía corresponderle con su mayor secreto. Estaba claro que si Orion me iba a entregar todo su ser, yo debía corresponderle de alguna manera… esta era la única que se me ocurría.
Esperé durante horas mirando por mi ventana, esperando que pudiera salir del albergue pero… al cabo de un rato largo deduje que no le dejaban salir. Las normas de La Roca habían sido impuestas con fuerza y la seguridad era máxima. Un lobo no podría violar las normas de tres reyes leónidos.
Entonces Orion apareció bajo mi ventana, lo había conseguido y eso me llenaba de felicidad. Salté desde la ventana, deslicé mis garras por la pared de la casa e hice una pirueta perfecta que me posó sobre el suelo con estilo.
-Clases de princesa-dije cuando Orion se quedó boquiabierta.
-¿Os enseñan a escaparos de casa?
Estuvimos riéndonos durante un rato mientras recorríamos las calles de la aldea. No había nadie más que guardias, leones que pudimos esquivar con facilidad. Entonces me detuve frente a una de las alcantarillas, posé mi mano sobre ella y activé un sello mágico. La puerta se abrió de forma mística y formó unas escaleras que descendían en caracol hasta la profundidad de Tak.
Pasaron los minutos y las escaleras no parecían nunca acabar. Antorchas y más antorchas se iban encendiendo a nuestro paso, escaleras y más escaleras iban apareciendo a nuestro descenso.
-¿Quieres enterrarme tan joven?-bromeó Orion.
-¿Tienes miedo?
-No… ¿Debería de tenerlo?
-No-dije antes de darme la vuelta, acercarme a él y besarle con fuerza.
Seguimos descendiendo por lo menos una hora más hasta que las escaleras decidieron cesar. Dos grandes puertas se alzaban en medio de tres grades estatuas que representaban a tres de los primeros reyes de La Roca.
-Este será nuestro secreto-dije-Vas a ser el primer lobo que las vea después de muchas eras.
-Guardaré tu secreto como guardo tu corazón-habló mientras apretaba mi mano nervioso.
Entonces situé mi mano sobre la puerta y esta activó un mecanismo mágico que solo los reyes actuales y futuros podían activar. Era una magia que llevábamos en nuestra sangre. Los ojos del rey y las dos reinas brillaron iluminando todo el lugar, un páramo que parecía haber sido construido por gigantes.
Las grandes puertas se abrieron de par en par mientras tres luces emergían de la parte más céntrica de una sala circular y abovedada. Nos acercamos hasta los objetos sagrados, los cuales proyectaban sus luces hasta las bóvedas que conectaban el templo con el exterior.
-Por eso el toque de queda…-dijo Orion-Las luces emergen por la noche proyectando su magia a la sabana… es hermoso…
-No había caído-hablé sintiéndome estúpida-Eso provoca que La Roca se vea potente y poderosa.
-Una de las razones por la que nadie atacaría la aldea, por miedo a los poderes que puede ocultar, los peligros que puede desentrañar.
La primera reliquia era un trébol azul, representaba el influjo de la luna. La segunda reliquia representaba la autonomía del sol a través de tres rayas curvas rojas. Y la tercera reliquia, la tercera era la más hermosa, la que más me gustaba, un triángulo verde que hacía referencia a la paz.
-No se pueden tocar-dije agarrando su mano evitando que se acercara unos pasos más a los objetos.
-Vamos amor-dijo-Dijiste que eran reliquias estúpidas…
-Pero pertenecen a mi pueblo, Orion… debemos respetarlo.
El lobo me miró y besó mis labios. Me abrazó con fuerza demostrándome todo lo que me quería. Me sentía plena junto a él, me sentía feliz. De repente sentí un fuerte mareo, una sensación que me obligó a caer sobre él.
-¡¿Qué te pasa?!-gritó Orion preocupado,… aterrado.
-El mantener el templo abierto, yo sola… me está debilitando… -apenas podía hablar.
-Tranquila-dijo él-Todo estará bien… vámonos.
Y antes de que pudiera darme cuenta él me agarraba en brazos y me sacaba de allí. Las puertas comenzaron a cerrarse cuando las cruzó, perdí la consciencia antes de llegar a las escalera. Para cuando la recuperé era de día y estaba tumbada en mi cama.
Acudí a las clases de Séfora con total normalidad, Orion se mostró extremadamente cansado y me contó lo ocurrido. Había sido simple, el poder del templo había sido demasiado para mí y él tuvo que cargar conmigo escaleras arriba. No pudo dormir y solo se preocupó por regresarme a casa sana y salvo.
La anciana nos reclamó para la última enseñanza, el tótem con velas estaba listo para convocar al espíritu más peligroso de todos. El ritual empezó con total normalidad, la temperatura empezó a ascender hasta alcanzar límites inimaginables. Entonces un lobo rojo apareció frente a nosotros. Todos nos quedamos perplejos, boquiabiertos, todos menos Séfora.
-Mi nombres es Orion, oh gran espíritu del fuego-dijo honrado por su apariencia física-Para mí es un verdadero honor poder verle, poder hablar contigo, poder estar tan solo a unos metros.
-¡Cierra la boca patético canino!-gritó el espíritu-Al espíritu de fuego Zana nadie le habla sin su permiso. El que sea un lobo no quiere decir que respeto a los de tu especie. ¿Os creéis geniales con vuestras televisiones y antenas? ¡No contestes o te juro que arderas en mis llamas!
Orion se puso nervioso mientras sus ojos aterrados aclamaban piedad. La última enseñanza fue complicada, Zana no entendía al diálogo solo maldecía el estar allí.
-¿Foresta?-gritó él-¡Vaya mierda de nombre! ¿Te crees especial? ¿Qué miras? ¿Tienes miedo? ¡Patética criatura! ¡Arderas como el resto de vosotros! ¡Cenizais fuisteis y cenizas seréis! ¡Polvo al polvo! ¡Destruiría vuestra sucia roca pero no quiero discutir con mis hermanos! ¡Sois repugnantes! ¡Vuestros reyes no dejan de procrear como si fueran alimañas!
Séfora dio por finalizada las clases antes de que Zana estallara en llamas y nos quemara. Los cuatro estábamos aterrados, temblorosos, habíamos visto nuestras vidas peligrar, nuestro legado acabarse. La anciana nos explicó que estaba enfadado porque ya nada lo elegía como favorito, porque ya nadie iba a verle a menos que quisiera robar su conocimiento. Estaba enfadado porque a sus hermanos se les veneraban más que a él. Séfora juró que no teníamos que preocuparnos que era normal su actitud, que con ella era igual, pero Orion parecía haber quedado traumatizado.
-Venga cariño…-acaricié su rostro.
-Es una locura-habló tembloroso-Podía habernos exterminado, a todo el mundo, a la ciudad,… puede convertir lo que somos en la nada…
Intenté quitarle la idea de la cabeza pero fue imposible. Por la noche nos separamos sin despedirnos con un beso, solamente con un adiós. Como cada noche estuve mirando por la ventana pero no sentía que él lo estuviera haciendo… el miedo se había apoderado de él.
Me tumbé en la cama y cerré los ojos intentando olvidar el día de hoy, mañana sería un día mejor, al menos si al menos si la noche acabara pronto. Pero el destino parecía estar escrito, el destino parecía querer ponernos a prueba, a mí.
Las profundidades de La Roca empezaron a temblar, pequeños guijarros se desprendieron del techo y comenzaron a caer sin piedad sobre las calles. Al principio solo se escucharon los rugidos de la roca y el sonido de las piedras caer. Luego la aldea entera entró en pánico.
Lo que eran guijarros se convirtieron en grandes rocas que destruían casas. La residencia de ancianos fue el primer objetivo y los muertos no fueron una broma.
-¡¡FORESTA!!-gritó mi padre agarrando mi brazo y sacándome de un profundo sueño. Antes de que pudiera darme cuenta mi casa se desmoronaba sobre sus cimientos.
Mi madre estalló en gritos y lágrimas mientras veía como nuestro hogar se convertía en polvo. Mi padre dijo que teníamos que salir al exterior que algo extraño estaba pasando y que estar allí solo nos traería la muerte. Quise irme con ellos, de veras que lo quise, pero mi corazón estaba tan preocupado que parecía amenazar la estabilidad de mi pecho.
Me separé de mi familia y me mezcle entre la multitud que corría hacia la salida. Los golpes de la gente nerviosa no dolían en comparación con la imagen de que a Orion le pudiera pasar algo. A contracorriente me abrí paso, esquivé cachorros, ancianos y leones de mi edad, ninguno pareció reconocerme como la futura reina, al menos no al principio.
-¡Foresta!-gritó Gara-¿Estás loca?
-¡¿Dónde están los aventureros?!-grité nerviosa mientras ella era movida con fuerza por la corriente.
-¡Han sido evacuados!-gritó casi enmudecida por los gritos y los rugidos de la roca-¡Orion ya no está aquí!
El mundo no parecía tener importancia, mi vida no parecía tener valor, no ahora. Solo había una cosa que me importara, ni león ni espíritu… si no lobo. La corriente de pánico me golpeó y me derribó en el suelo mientras la gente luchaba por esquivarme y no pisarme, algunos fallaban.
-¡Orion!-grité entre sollozos-¡ORION!-
-¡Foresta!-escuché una voz masculina mientras su mano me levantaba-Levántate o te matarán.
-Naro…-dije al verle-Gracias…
-No queda nadie aquí-dijo-Me he asegurado de que nadie se quedara en la aldea… todos están saliendo. Orion no estaba en el albergue cuando fui a evacuarlos con los primeros guijarros… A Séfora la llevaban a cuestas los soldados… Foresta,… solo quedamos tú y yo.
Las rocas lo estaban destruyendo todo, parecía no quedar ninguna casa en pie. El siguiente objetivo éramos nosotros. Naro me agarró del brazo y me ayudó a salir, estábamos lejos de la multitud, de hecho quedaban muy pocos en el interior.
Me ayudó a esquivar las rocas que amenazaban nuestras vidas y antes de que pudiera darme cuenta el aire golpeaba mis mejillas. La roca se desmoronó desde el interior y todo el pueblo lloró la pérdida, yo no… solo le buscaba a él.
El cielo se nubló, los rayos tronaron y las primeras gotas de Agha se esforzaron por recomponer a los leones que habían perdido más que un hogar.
-¡Salvajes!-gritó una voz que me resultaba familiar-¡Ha pasado mucho tiempo desde que amenazasteis nuestra existencia!
Un ejército entero de lobos militares y armados nos rodeó. Naro me agarró aterrado,… no, me quería proteger. Grandes bestias de metal con cañones nos apuntaban, lobos con cañones modernos nos desafiaban mientras tres luces emergían de la bestia más grande… las reliquias habían sido robadas.
-Orion…-susurré al verle capitaneando al enemigo.
-¡La orden es clara!-gritó el lobo mientras mi pueblo rugía enfurecido-¡Exterminar a toda amenaza!
Lo que parecía un sueño… ahora se convertía en una pesadilla… lo que alguna vez me hizo sentirme feliz, ahora me destrozaba. Mi corazón se rompió en mil pedazos mientras miles de heridas se abrían en mi interior, heridas que no sangraban.
-¡Lobo traidor!-escuché la voz de mi madre-¡Fingiste ser nuestro aliado!
-¿Quién te ha desvelado nuestro secreto?-gritó el padre de Gara.
-¡Foresta!-dijo él sonriendo-¡Vuestra futura reina os ha sentenciado!
Las sombras se apoderaban de mí, la muerte no era una salvación, las miradas de mi pueblo se posaron sobre mí, todo esto no era real… este dolor no podía ser propio de este mundo… me desmoroné sobre el suelo pero Naro no me soltó.
-¡La engañaste!-gritó él-¡Has jugado con ella!
-¡Has jugado con todos nosotros!-gritó Gara que me ayudaba a levantarme-¡¿Quieres matarnos?! ¡Adelante! ¡Mil vidas no serán suficientes para pagar tu castigo!
Las voces de los futuros reyes se habían pronunciado. Mis padres y los otros se alzaron junto a los soldados más valientes del pueblo y se abalanzaron sobre el enemigo. Sus movimientos eran tenaces, su objetivo estaba claro, proteger a La Roca.
Los primeros estruendos me indicaron que Orion iba enserio, que estaba exterminándonos. Observé como el cuerpo de los míos caía inerte sobre el suelo mientras sus armas nos sentenciaban antes de dispararnos.
-Protegen La Roca-dije-La Roca no es nuestra aldea,… somos nosotros, el pueblo entero y todos los que lo formamos.
-La sangre por encima de cualquier guerra-dijo Naro.
-La familia por encima de nuestras propias vidas-dijo Gara.
Entonces solté sus manos, sentí como si mi cuerpo se moviera por sí solo. Avance entre la multitud sin necesidad de apartarla, pues ellos formaban un pasillo para mí. Me coloqué delante de mi pueblo y fulminé con mi mirada al que había sido mi amado. No me atreví a mirar los cadáveres de mis padres,… eso me mataría.
-¡Me amabas!-grité-¡Lo dijiste!
-Mentía-sonrió él provocando que todos sus soldados se rieran de mí.
-¿Y tú familia?-grité de nuevo-¿Todo lo que me contaste? ¡Tú hermana!
-Mentira… actores, montajes,…-sonrió de nuevo mientras mi alma se desplomaba-¡Patética!
Cerré mis puños mientras sentía como algo me llamaba desde mi interior. Entonces, cuando los abrí, me encontraba en el centro de un círculo ritualístico. Los cuatro estaban allí… Valok, Agha, Tak y Zana, los espíritus me miraban,… solo a mí.
-Nosotros lo sabíamos-dijo Agha-El lobo no era de fiar.
Entonces mi mente fue golpeada por las vibraciones del agua en los cuencos del ritual del agua, el beso de preocupación de Séfora,…
-Somos los elegidos para guiaros, pero no podemos desvelaros el destino-dijo Valok.
Entonces recordé la sonrisa torcida del espíritu de la torcida, un gesto poco común, pues según los tratados solo le sonreía de esa manera al enemigo.
-La historia está escrita, pero no la forma en la que pasamos las páginas-dijo Tak.
Ella lo dijo, respetar las reliquias o morir antes de intentar robarlas.
-No estaba enfurecido por no ser el favorito-dijo Zana-No merezco ser el favorito por los pecados de mi raza. Estaba enfurecido porque le permitiste entrar en el templo,…
El recuerdo del miedo que le tuve al espíritu del fuego, ahora sus ojos me miraban decididos.
-Llevamos esperando este momento durante mucho tiempo-hablaron a coro-Ahora es tu turno de hacerle pagar.
-El agua para la verdad-dijo Agha mientras se metía dentro de mí.
-El viento para el miedo-hablo Valok antes de entrar en mí.
-La tierra para la fuerza-Tak les siguió.
-El fuego para el poder, úsalos bien-Zan ame dedicó una sonrisa, luego besó mi frente.
Cuando parpadeé me encontraba en el campo de batalla. Mis ojos centelleaban amarillos mientras mi cuerpo emanaba energía pura. Cree una bola de fuego en mis manos y se la lancé, mi expresión lo decía todo, iba a acabar con él, no me importaban los demás solo él.
-¡Acabar con ella!-gritó Orion aterrado, mi apariencia debía de dar miedo.
Las rocas se colocaron en mis manos formando dos armas mortíferas, dos garras de afilada roca. El viento me elevó en el cielo mientras la lluvia cayó únicamente sobre los lobos cegando su puntería.
Dicen que los espíritus me bendijeron para salvar a mi pueblo. Que me moví a la velocidad del rayo, que rebané cabezas, destrocé bestias de metal e hice arder al enemigo. Dicen que mi pueblo pudo recuperar las reliquias y que el poder de Tak me hizo reconstruir La Roca, pero que no vieron que pasaba con Orion… yo si lo sé.
Aún recuerdo teniéndolo debajo de mi cuerpo, jadeante, aterrado… aún recuerdo verle llorar, pedir perdón, diciéndome que me amaba que todo había sido un error, que Zana le había aterrado tanto que tuvo que hacerlo. Pero no decía la verdad, había sido entrenado para llegar a La Roca y llevarse las reliquias, había sido elegido para poseer tal poder devastador y exterminarnos. Me deshice de mis armas para abrir su torso en canal con la fuerza de mis propias zarpas, obviamente Tak me había dotado de fuerza anormal. Siguió pidiendo clemencia, siguió diciendo que me amaba, que ya había pensado en los nombres de los cachorros, pero no decía la verdad. Introduje mi mano en su torso y extraje su corazón aun latiente.
-Tú me robaste el corazón, Orion el mentiroso- Agha aun lo mantenía con vida. El poder de Valok cortó el corazón en mil pedazos-No tienes derecho a morir con él, ni siquiera tienes derecho a morir, pero no te quiero ver más.
Y su cuerpo se convirtió en cenizas que el viento se llevó. Los tres reyes nos alzamos en La Roca y advertimos a los lobos de la ciudad. O respetaban el equilibrio del mundo, o el mundo se llevaría sus vidas.”
Nunca me sentí de la manada,.... ahora soy su reina.
~Foresta~
Bueno, aquí mi trade para

Algo diferente, nunca había escrito sobre alguien que conozco de poquito... espero haber dado la talla...
Foresta y dibujo

Relato y personajes

Category Story / Fantasy
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