
Hermoso dibujo creado por una de mis integrantes de FurryPA, Miyer. Ella es una niña muy talentosa y me regalo este dibujo como agradecimiento a una historia que le escribí. Espero que les guste y les deje un bonito significado en sus vidas como también le dejo a ella.
En el café restaurante recibo muchos clientes inusuales todos los días; razas caninas, felinas, anfibias, híbridas y reptiles. Nunca se sabe que ciudadano entrará por esa puerta y con cuales historias vendrá de su día. Ningún día es aburrido cuando se trabaja como chef, y la satisfacción de observar la cara de felicidad de tus comensales no tiene sin igual. Mi compromiso es siempre servir a quien sea que entre por esa puerta y que salga con una gran sonrisa. A pesar de ser nuevo en la ciudad ya me he dado a conocer por muchos de los que viven por los alrededores, tengo clientes recurrentes que aman mis especialidades como son el café fuerte de elona y las galletas con helado, tenía miedo que en un inicio mi apariencia intimidante alejara a mis clientes, pero sus barrigas llenas hacen que vengan por más.
Una tarde de otoño atendía mi café con normalidad, no había muchos clientes aquel día, pero una pequeña dragona llamaba mi atención... La pequeña cachorra había entrado hace un buen rato, pero aun no ordenaba nada, se sentó sola en una de las mesas más alejadas de mi local y desde lejos su cara entristecida me hacía creer que quería llorar. Quería acercarme a ella para consolarla un rato, pero las ordenes eran complejas y debía salir de mis primeros clientes, empecé a demorar más de lo debido y llegue a pensar que la pequeña dragona se iría pronto, pero para mi sorpresa se quedó hasta que termine. La pequeña cachorra veía hacia afuera de la ventana, su mirada se perdía con las personas que caminaban, sostenía su hocico entre sus pequeñas garras y suspiraba... Me hacía reflexionar de porque había escogido mi pequeño café para descansar en vez de haber ido directamente a su casa...
Finalmente tuve el tiempo para conversar con ella, - Buenas tardes jovencita, bienvenido a Charrbucks Restaurante Café. ¿Le tomo su pedido? -
- ¿Alguna vez se ha preguntado porque las personas son tan malvadas? - Suspiro de la nada.
Su respuesta me confundió, parecía seguir conversando sola sin prestarme mucha atención, - ¿Disculpa, no entiendo a qué te refieres? -
La pequeña cachorra me volteo a mirar y al ver que estaba de pie a un lado de ella se asustó, - ¡AY NO SEÑOR! ¡DISCÚLPEME! - Empezó a tocarse los cuernos de la cabeza avergonzada, - No me haga caso a lo último que dije, solo estaba perdida en mis pensamientos. Ja... Ja... - Se moría de la vergüenza.
- Tranquila, no eres ni la primera ni la última que entra a mi café en busca de paz y tranquilidad. - Le brindo una gran sonrisa mientras la miro a los ojos.
La pequeña dragona me brinda una pequeña sonrisa de regreso y de pronto vuelve a bajar la mirada de forma triste, - Discúlpeme señor por haber entrado así a su local, hoy tuve un muy mal día y solo quería sentarme en un lugar donde nadie me viera. -
- ¿Y porque escogiste mi café? Pudiste haber regresado a tu casa. -
- Si... Lo sé... Pero no quería que mi papá y mi mamá me vieran llorar... - Pequeñas lagrimas se derramaban sobre la mesa.
Me empecé a sentir muy mal por la pequeña criatura, algo me decía que debía pasar un tiempo con ella para consolarla. Así que me senté del otro lado de la mesa y le brinde una de las servilletas.
- Debe ser genial ser tan grande y tan fuerte como usted, nadie se atrevería a molestarlo. - Me dijo.
- ¿No me digas que alguien se está aprovechando de ti? - Reaccione un tanto furioso.
- Si... Unos chicos de mi escuela... Me molestan a menudo porque soy pequeña... - Nuevamente salían lágrimas de sus ojos.
- ¡A la gente abusiva como esa hay que darles un alto! Si no te seguirán molestando toda la vida. -
- Para usted es fácil decirlo, pero yo no tengo como defenderme... -
Por un momento me mantuve pensativo... ¿Acaso sería bueno enseñarle mis técnicas a una cachorra? A los Charr nos enseñan a pelear desde pequeños, a defendernos de criaturas mucho más grandes y fuertes que nosotros. Pero no me gustaría traer enseñanzas militares a un lugar tan lleno de paz. La pequeña dragona solo suspiraba, pensado que hacer...
- Vale... Está bien lo haré... - Le dije.
- ¿De qué habla señor? -
- Te enseñare a defenderte -
La pequeña me volteo a mirar con una cara de curiosidad, al parecer estaba un poco incrédula de lo que decía.
- Te enseñare a pelear, ¿Acaso no es eso lo que quieres? -
Una chispa de esperanza salía de la profundidad de sus ojos, - ¡Lo dice en serio! Yo... Yo no sabía que usted sabia pelear... -
- Pues, tu misma lo dijiste. Este cuerpo grande y fuerte no salió de la nada. - Le mostraba los grandes músculos de mis brazos con una gran sonrisa, - Por cierto, mi nombre es REDR. ¿Cuál es el tuyo? -
- ¡MIYER! - Gritaba emocionaba.
- He he he, hace mucho no tenía un discípulo. Estoy algo oxidado desde que salí de mi país natal. -
- ¡Muchas gracias señor! ¡Tal vez si aprendo a pelear esos abusivos dejaran de meterse conmigo! -
- Pues, esa es la idea pequeña. Si demuestras valor frente a cualquier oponente, nunca más se meterán contigo. - Comencé a reírme a carcajadas.
Miyer comenzó a contarme un poco más acerca de sus incidentes en la escuela, y de cómo no se atrevía a decirle nada a sus padres ya que eran unos dragones muy orgullosos. No me parecía nada raro lo que le pasaba, ya había lidiado con dragones antes y entiendo su punto de vista tan cerrado. Para no interrumpir sus horarios de clases y mis horas en el café, le dije que practicaríamos los domingos todo el día. Los entrenamientos serian difíciles pero las recompensas serian gratificantes.
Su primer domingo fue horrible para la pequeña, después de haber calentado y dar un par de vueltas por la manzana empezó a vomitar como loca. Su mirada de cansancio me hizo recordar mis primeros días en el Fahrar, el inicio siempre es el más difícil pero cuando agarras ritmo todo se vuelve más sencillo. Los siguientes domingos trabaje en su resistencia, correr y hacer ejercicio en todo su cuerpo. De vez en cuando Miyer se enfadaba conmigo porque no le enseñaba a cómo combatir aun, pero le dije que tuviera paciencia que primero su cuerpo debía adaptarse a los ejercicios que vendrías después. Ya para el cuarto domingo de entrenamiento, Miyer parecía haber mejorado bastante. Completaba todos sus entrenamientos de calentamiento sin desmayarse "Muy bien Miyer, finalmente llegó el momento" Le dije, "Te enseñare a combatir".
Traje de mi casa algunas armas viejas que tenía guardadas como recuerdos; una espada con su escudo, una lanza, unas pistolas, un rifle y una maza. Miyer al ver todo eso quedo sorprendida, "Usted no es un chef cualquiera" me respondía. Yo solo sonreí, le dije que dominaba la mayoría de estas armas. Ella rápidamente quiso tomar una, pero la detuve de golpe. "Aun no es el tiempo, hay algo muy importante que debes aprender primero". La invite dentro del café, había movido las sillas y las mesas para crear un gran espacio vació en el centro, había colocado unas alfombras de bambú en el suelo y le dije que se sentara a un lado de mí. Miyer estaba completamente confundida, ¿Que tenía que ver esto con el entrenamiento?
- Las armas no solo sirven para defenderse pequeña, también sirven para hacer daño. -
- ¡Claro que lo sé! Por eso quiero aprender a usar una. -
La mire seriamente a los ojos, - Si ese es el caso, no te enseñare nada de lo que se -
Miyer se sorprendió, - ¡PERO SI ME DIJISTE QUE ME ENSEÑARÍAS A DEFENDERME! -
- Así es, pero no te dije que te enseñaría a hacer daño a otros. -
- Esto no tiene sentido, ¿Cómo haré entonces para que dejen de molestarme? -
- Demostrándoles que eres valiente - Sonreí, - El espíritu de un guerrero radica en el interior de tu ser, no en el interior de un arma. Un arma solo es una herramienta para hacer daño fácilmente, pero sin ella volverías a ser una persona con miedo. Si entrenas tu espíritu de guerrera, podrás dominar a quien sea con o sin armas a tu alrededor. ¿Lo entiendes? -
- Creo que lo entiendo maestro... - Aun seguía algo confundida, - ¿Acaso el espíritu de un guerrero es tan fuerte como usted dice? –
La mire fijamente a los ojos sin decir una palabra, de pronto la pequeña cachorra empezó a temblar sin parar... Quería alejarse, pero no podía, su cuerpo yacía petrificado y sin tampoco poder gritar o hablar... Después de ese breve momento quite mi mirada sobre ella, empezó a mirar sus garras temblar, no sabía lo que había pasado...
- No necesite de ninguna arma para controlarte, cuando tu espíritu es superior al de tu contrincante es fácil dominarle -
Miyer estaba sorprendida, era la primera vez que sentía una fuerza que no podía explicar, volteo a mirar a REDR y con una dulce mirada le dijo "Ve y trae el arma que más te guste, te enseñare a defenderte"
Miyer regreso con una lanza corta entre todas sus armas, le gustaba como se sentía entre sus garras y lo fácil que era usarla.
- ¡Excelente elección! Un guerrero debe sentirse a gusto con su herramienta. Te enseñare a usarla para que la vayas dominando. -
- ¡Gracias Maestro! -
Durante los próximos domingos REDR y Miyer realizaban sus entrenamientos para calentar antes de pasar a las clases con armas, REDR trajo con el otra lanza más larga y practicaba con Miyer acerca de su uso. "La lanza es una extensión de tu brazo, mientras pienses así será lo que tú quieres que sea" REDR le enseño lo básico del uso de la defensa y el ataque, de sus movimientos y diferentes usos en combate. Miyer lo disfrutaba cada día, sentía que podía lograr cualquier cosa si se lo disponía. Al final de cada clase REDR traía unos emparedados con te frío para recuperar las energías.
Al día siguiente la pequeña dragona llegaba temprano a la escuela para tomar sus clases habituales, desde que empezó sus entrenamientos con el viejo charr se sentía más segura y tranquila consigo mismo. Finalmente podía divertirse con sus amigos sin sentir miedo, o eso pensaba hasta que llegó la hora del recreo... Cuando sonaron las campanas del almuerzo, ella y sus amigos se sentaron a comer en una de las bancas del patio de la escuela, hasta que de pronto aparecieron unas caras familiares...
- Bueno, bueno, bueno... Al parecer la pequeña debilucha consiguió quienes la defendieran esta vez - Un par de dragones mucho más altos que ella empezaron a intimidarla frente a sus amigos.
Uno de ellos metió su garra sucia dentro de su bandeja de comida y saco uno de sus emparedados, - Tu mamá sigue haciendo los mejores emparedados, me alegra que siempre quieras compartirlos con nosotros. -
Miyer y sus amigos se quedaban en silencio sin decir una palabra, obviamente no eran rivales para enfrentarse a ellos. Pero de pronto la pequeña cachorra saco valor y se levantó de la mesa.
- Yo ya no necesito que nadie me proteja, ni tampoco tengo que estar aguantando sus abusos. -
Ambos dragones empezaron a reírse como locos, - ¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Golpearnos? -
La pequeña dragona se llenó de furia, apretando sus garras con fuerza. Observo a su alrededor y vio un trapeador que podía funcionarle igual de bien que la lanza con la cual practicaba. Disimuladamente se levantó sin decir una palabra y camino hasta a él, lo tomo con fuerza y volteo a mirar a los bravucones a los ojos. Estaba llena de enojo, quería reventarles el trapeador en la cabeza a ambos... Pero entonces recordó las palabras del maestro, "Cualquiera puede usar un arma para hacer daño, pero dominar el espíritu del guerrero es lo que al final realmente importa" Miyer volvió a calmarse, tomo una bocanada de aire y volvió a colocar el trapeador donde estaba, se acercó nuevamente a los bravucones y los miro fijamente a los ojos. Sus ojos eran de un color rojo profundo, su ira y determinación ardían dentro de esas pupilas. Ambos dragones quedaron petrificados, sus piernas comenzaban a temblar sin saber el motivo.
- ¡QUIERO QUE SE VAYAN Y MAS NUNCA VUELVAN A MOLESTARME! - La voz de Miyer sonaba segura y con autoridad, ella les daba una orden que debían obedecer.
- Si... Claro... Está bien... Ya... Ya no te molestaremos más... - Ambos dragones dieron la media vuelta y regresaron a su banca.
Los amigos de Miyer estaban impresionados, ¿Que había ocurrido?. La pequeña dragona volteo a mirar sus garras y sonrió, ¿Acaso era esto lo que quería el maestro que aprendiera? El resto de la semana se mantuvo tranquila y los bravucones no volvieron a meterse con ella. Llegado el domingo de entrenamiento corrió de felicidad con su maestro para contarle todo lo ocurrido, el charr solo sonrió y acaricio la cabeza de su discípula con ternura, "Tu espíritu de guerrera se está desarrollado, si sigues así podrás volverte aún más fuerte e intimidante no importa tu tamaño"
Miyer estaba feliz de haberse encontrado con REDR y que este le haya enseñado un nuevo pasatiempo para sentirse segura de sí misma, ella seguiría entrenando cada domingo hasta dominar cada una de las armas que el viejo charr poseía, y hasta tal vez podría retarlo nuevamente a un enfrentamiento de espíritus guerreros algún día.
Si te gusto esta historia, puedes leer los capítulos anteriores en este enlace: https://www.deviantart.com/papagall.....fe-restaurante
En el café restaurante recibo muchos clientes inusuales todos los días; razas caninas, felinas, anfibias, híbridas y reptiles. Nunca se sabe que ciudadano entrará por esa puerta y con cuales historias vendrá de su día. Ningún día es aburrido cuando se trabaja como chef, y la satisfacción de observar la cara de felicidad de tus comensales no tiene sin igual. Mi compromiso es siempre servir a quien sea que entre por esa puerta y que salga con una gran sonrisa. A pesar de ser nuevo en la ciudad ya me he dado a conocer por muchos de los que viven por los alrededores, tengo clientes recurrentes que aman mis especialidades como son el café fuerte de elona y las galletas con helado, tenía miedo que en un inicio mi apariencia intimidante alejara a mis clientes, pero sus barrigas llenas hacen que vengan por más.
Una tarde de otoño atendía mi café con normalidad, no había muchos clientes aquel día, pero una pequeña dragona llamaba mi atención... La pequeña cachorra había entrado hace un buen rato, pero aun no ordenaba nada, se sentó sola en una de las mesas más alejadas de mi local y desde lejos su cara entristecida me hacía creer que quería llorar. Quería acercarme a ella para consolarla un rato, pero las ordenes eran complejas y debía salir de mis primeros clientes, empecé a demorar más de lo debido y llegue a pensar que la pequeña dragona se iría pronto, pero para mi sorpresa se quedó hasta que termine. La pequeña cachorra veía hacia afuera de la ventana, su mirada se perdía con las personas que caminaban, sostenía su hocico entre sus pequeñas garras y suspiraba... Me hacía reflexionar de porque había escogido mi pequeño café para descansar en vez de haber ido directamente a su casa...
Finalmente tuve el tiempo para conversar con ella, - Buenas tardes jovencita, bienvenido a Charrbucks Restaurante Café. ¿Le tomo su pedido? -
- ¿Alguna vez se ha preguntado porque las personas son tan malvadas? - Suspiro de la nada.
Su respuesta me confundió, parecía seguir conversando sola sin prestarme mucha atención, - ¿Disculpa, no entiendo a qué te refieres? -
La pequeña cachorra me volteo a mirar y al ver que estaba de pie a un lado de ella se asustó, - ¡AY NO SEÑOR! ¡DISCÚLPEME! - Empezó a tocarse los cuernos de la cabeza avergonzada, - No me haga caso a lo último que dije, solo estaba perdida en mis pensamientos. Ja... Ja... - Se moría de la vergüenza.
- Tranquila, no eres ni la primera ni la última que entra a mi café en busca de paz y tranquilidad. - Le brindo una gran sonrisa mientras la miro a los ojos.
La pequeña dragona me brinda una pequeña sonrisa de regreso y de pronto vuelve a bajar la mirada de forma triste, - Discúlpeme señor por haber entrado así a su local, hoy tuve un muy mal día y solo quería sentarme en un lugar donde nadie me viera. -
- ¿Y porque escogiste mi café? Pudiste haber regresado a tu casa. -
- Si... Lo sé... Pero no quería que mi papá y mi mamá me vieran llorar... - Pequeñas lagrimas se derramaban sobre la mesa.
Me empecé a sentir muy mal por la pequeña criatura, algo me decía que debía pasar un tiempo con ella para consolarla. Así que me senté del otro lado de la mesa y le brinde una de las servilletas.
- Debe ser genial ser tan grande y tan fuerte como usted, nadie se atrevería a molestarlo. - Me dijo.
- ¿No me digas que alguien se está aprovechando de ti? - Reaccione un tanto furioso.
- Si... Unos chicos de mi escuela... Me molestan a menudo porque soy pequeña... - Nuevamente salían lágrimas de sus ojos.
- ¡A la gente abusiva como esa hay que darles un alto! Si no te seguirán molestando toda la vida. -
- Para usted es fácil decirlo, pero yo no tengo como defenderme... -
Por un momento me mantuve pensativo... ¿Acaso sería bueno enseñarle mis técnicas a una cachorra? A los Charr nos enseñan a pelear desde pequeños, a defendernos de criaturas mucho más grandes y fuertes que nosotros. Pero no me gustaría traer enseñanzas militares a un lugar tan lleno de paz. La pequeña dragona solo suspiraba, pensado que hacer...
- Vale... Está bien lo haré... - Le dije.
- ¿De qué habla señor? -
- Te enseñare a defenderte -
La pequeña me volteo a mirar con una cara de curiosidad, al parecer estaba un poco incrédula de lo que decía.
- Te enseñare a pelear, ¿Acaso no es eso lo que quieres? -
Una chispa de esperanza salía de la profundidad de sus ojos, - ¡Lo dice en serio! Yo... Yo no sabía que usted sabia pelear... -
- Pues, tu misma lo dijiste. Este cuerpo grande y fuerte no salió de la nada. - Le mostraba los grandes músculos de mis brazos con una gran sonrisa, - Por cierto, mi nombre es REDR. ¿Cuál es el tuyo? -
- ¡MIYER! - Gritaba emocionaba.
- He he he, hace mucho no tenía un discípulo. Estoy algo oxidado desde que salí de mi país natal. -
- ¡Muchas gracias señor! ¡Tal vez si aprendo a pelear esos abusivos dejaran de meterse conmigo! -
- Pues, esa es la idea pequeña. Si demuestras valor frente a cualquier oponente, nunca más se meterán contigo. - Comencé a reírme a carcajadas.
Miyer comenzó a contarme un poco más acerca de sus incidentes en la escuela, y de cómo no se atrevía a decirle nada a sus padres ya que eran unos dragones muy orgullosos. No me parecía nada raro lo que le pasaba, ya había lidiado con dragones antes y entiendo su punto de vista tan cerrado. Para no interrumpir sus horarios de clases y mis horas en el café, le dije que practicaríamos los domingos todo el día. Los entrenamientos serian difíciles pero las recompensas serian gratificantes.
Su primer domingo fue horrible para la pequeña, después de haber calentado y dar un par de vueltas por la manzana empezó a vomitar como loca. Su mirada de cansancio me hizo recordar mis primeros días en el Fahrar, el inicio siempre es el más difícil pero cuando agarras ritmo todo se vuelve más sencillo. Los siguientes domingos trabaje en su resistencia, correr y hacer ejercicio en todo su cuerpo. De vez en cuando Miyer se enfadaba conmigo porque no le enseñaba a cómo combatir aun, pero le dije que tuviera paciencia que primero su cuerpo debía adaptarse a los ejercicios que vendrías después. Ya para el cuarto domingo de entrenamiento, Miyer parecía haber mejorado bastante. Completaba todos sus entrenamientos de calentamiento sin desmayarse "Muy bien Miyer, finalmente llegó el momento" Le dije, "Te enseñare a combatir".
Traje de mi casa algunas armas viejas que tenía guardadas como recuerdos; una espada con su escudo, una lanza, unas pistolas, un rifle y una maza. Miyer al ver todo eso quedo sorprendida, "Usted no es un chef cualquiera" me respondía. Yo solo sonreí, le dije que dominaba la mayoría de estas armas. Ella rápidamente quiso tomar una, pero la detuve de golpe. "Aun no es el tiempo, hay algo muy importante que debes aprender primero". La invite dentro del café, había movido las sillas y las mesas para crear un gran espacio vació en el centro, había colocado unas alfombras de bambú en el suelo y le dije que se sentara a un lado de mí. Miyer estaba completamente confundida, ¿Que tenía que ver esto con el entrenamiento?
- Las armas no solo sirven para defenderse pequeña, también sirven para hacer daño. -
- ¡Claro que lo sé! Por eso quiero aprender a usar una. -
La mire seriamente a los ojos, - Si ese es el caso, no te enseñare nada de lo que se -
Miyer se sorprendió, - ¡PERO SI ME DIJISTE QUE ME ENSEÑARÍAS A DEFENDERME! -
- Así es, pero no te dije que te enseñaría a hacer daño a otros. -
- Esto no tiene sentido, ¿Cómo haré entonces para que dejen de molestarme? -
- Demostrándoles que eres valiente - Sonreí, - El espíritu de un guerrero radica en el interior de tu ser, no en el interior de un arma. Un arma solo es una herramienta para hacer daño fácilmente, pero sin ella volverías a ser una persona con miedo. Si entrenas tu espíritu de guerrera, podrás dominar a quien sea con o sin armas a tu alrededor. ¿Lo entiendes? -
- Creo que lo entiendo maestro... - Aun seguía algo confundida, - ¿Acaso el espíritu de un guerrero es tan fuerte como usted dice? –
La mire fijamente a los ojos sin decir una palabra, de pronto la pequeña cachorra empezó a temblar sin parar... Quería alejarse, pero no podía, su cuerpo yacía petrificado y sin tampoco poder gritar o hablar... Después de ese breve momento quite mi mirada sobre ella, empezó a mirar sus garras temblar, no sabía lo que había pasado...
- No necesite de ninguna arma para controlarte, cuando tu espíritu es superior al de tu contrincante es fácil dominarle -
Miyer estaba sorprendida, era la primera vez que sentía una fuerza que no podía explicar, volteo a mirar a REDR y con una dulce mirada le dijo "Ve y trae el arma que más te guste, te enseñare a defenderte"
Miyer regreso con una lanza corta entre todas sus armas, le gustaba como se sentía entre sus garras y lo fácil que era usarla.
- ¡Excelente elección! Un guerrero debe sentirse a gusto con su herramienta. Te enseñare a usarla para que la vayas dominando. -
- ¡Gracias Maestro! -
Durante los próximos domingos REDR y Miyer realizaban sus entrenamientos para calentar antes de pasar a las clases con armas, REDR trajo con el otra lanza más larga y practicaba con Miyer acerca de su uso. "La lanza es una extensión de tu brazo, mientras pienses así será lo que tú quieres que sea" REDR le enseño lo básico del uso de la defensa y el ataque, de sus movimientos y diferentes usos en combate. Miyer lo disfrutaba cada día, sentía que podía lograr cualquier cosa si se lo disponía. Al final de cada clase REDR traía unos emparedados con te frío para recuperar las energías.
Al día siguiente la pequeña dragona llegaba temprano a la escuela para tomar sus clases habituales, desde que empezó sus entrenamientos con el viejo charr se sentía más segura y tranquila consigo mismo. Finalmente podía divertirse con sus amigos sin sentir miedo, o eso pensaba hasta que llegó la hora del recreo... Cuando sonaron las campanas del almuerzo, ella y sus amigos se sentaron a comer en una de las bancas del patio de la escuela, hasta que de pronto aparecieron unas caras familiares...
- Bueno, bueno, bueno... Al parecer la pequeña debilucha consiguió quienes la defendieran esta vez - Un par de dragones mucho más altos que ella empezaron a intimidarla frente a sus amigos.
Uno de ellos metió su garra sucia dentro de su bandeja de comida y saco uno de sus emparedados, - Tu mamá sigue haciendo los mejores emparedados, me alegra que siempre quieras compartirlos con nosotros. -
Miyer y sus amigos se quedaban en silencio sin decir una palabra, obviamente no eran rivales para enfrentarse a ellos. Pero de pronto la pequeña cachorra saco valor y se levantó de la mesa.
- Yo ya no necesito que nadie me proteja, ni tampoco tengo que estar aguantando sus abusos. -
Ambos dragones empezaron a reírse como locos, - ¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Golpearnos? -
La pequeña dragona se llenó de furia, apretando sus garras con fuerza. Observo a su alrededor y vio un trapeador que podía funcionarle igual de bien que la lanza con la cual practicaba. Disimuladamente se levantó sin decir una palabra y camino hasta a él, lo tomo con fuerza y volteo a mirar a los bravucones a los ojos. Estaba llena de enojo, quería reventarles el trapeador en la cabeza a ambos... Pero entonces recordó las palabras del maestro, "Cualquiera puede usar un arma para hacer daño, pero dominar el espíritu del guerrero es lo que al final realmente importa" Miyer volvió a calmarse, tomo una bocanada de aire y volvió a colocar el trapeador donde estaba, se acercó nuevamente a los bravucones y los miro fijamente a los ojos. Sus ojos eran de un color rojo profundo, su ira y determinación ardían dentro de esas pupilas. Ambos dragones quedaron petrificados, sus piernas comenzaban a temblar sin saber el motivo.
- ¡QUIERO QUE SE VAYAN Y MAS NUNCA VUELVAN A MOLESTARME! - La voz de Miyer sonaba segura y con autoridad, ella les daba una orden que debían obedecer.
- Si... Claro... Está bien... Ya... Ya no te molestaremos más... - Ambos dragones dieron la media vuelta y regresaron a su banca.
Los amigos de Miyer estaban impresionados, ¿Que había ocurrido?. La pequeña dragona volteo a mirar sus garras y sonrió, ¿Acaso era esto lo que quería el maestro que aprendiera? El resto de la semana se mantuvo tranquila y los bravucones no volvieron a meterse con ella. Llegado el domingo de entrenamiento corrió de felicidad con su maestro para contarle todo lo ocurrido, el charr solo sonrió y acaricio la cabeza de su discípula con ternura, "Tu espíritu de guerrera se está desarrollado, si sigues así podrás volverte aún más fuerte e intimidante no importa tu tamaño"
Miyer estaba feliz de haberse encontrado con REDR y que este le haya enseñado un nuevo pasatiempo para sentirse segura de sí misma, ella seguiría entrenando cada domingo hasta dominar cada una de las armas que el viejo charr poseía, y hasta tal vez podría retarlo nuevamente a un enfrentamiento de espíritus guerreros algún día.
Si te gusto esta historia, puedes leer los capítulos anteriores en este enlace: https://www.deviantart.com/papagall.....fe-restaurante
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